La corrupción más indecente

Leo en el suplemento judicial de este diario que los fiscales encargados de las irregularidades en la UNA encontraron “un verdadero esquema destinado a desviar el dinero de la Universidad Nacional de Asunción”. Entonces no estamos hablando solo de algún desaprensivo que metió la mano en la lata, sino de una “red” una organización, una mafia.

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Definitivamente la UNA y, junto con ella, la mayor parte de las instituciones de enseñanza superior, se han convertido en una vergüenza para todo el Paraguay como país y para la gran mayoría de personas decentes que integramos la nación paraguaya, a causa de la desvergüenza de gran parte de las autoridades académicas.

Hasta en la corrupción existen grados, y de todos los actos de corrupción posibles, los más graves, los más dañinos, los menos perdonables y los más repugnantes son los que afectan a la educación, que atentan directamente contra las nuevas generaciones y contra el futuro mismo de la patria.

Solamente la corrupción que afecta a la salud produce a los ciudadanos y al país un daño comparable. El dinero público destinado a salud y educación debería ser sagrado para cualquier persona con algo de sentido común, de conciencia y de patriotismo.

Así pues, no se trata de una corrupción común, no se trata de una simple “tragada de plata”, no se trata solamente de hechos delictivos; es una corrupción indecente y aún en esa indecencia hay grados, porque uno puede esperar de algunos intendentes casi analfabetos que no tenga conciencia del valor de la educación; pero un profesor universitario, un catedrático, un decano, un rector no pueden no tener pleno conocimiento del daño que están haciendo; así que lo realizan con plena conciencia, con total premeditación y con verdadera alevosía.

Y el delito es más grave aún, más indecente, porque se trata de un daño doble. Es allí, en la Universidad, bajo la tutela de esa mafia despreciable, a la sombra del ejemplo de esa gavilla de ladrones, donde van a estudiar nuestros jóvenes, donde se están formando los profesionales del futuro.

Siempre se ha dicho que los maestros no solo transmiten conocimientos, sino que deben ser el modelo sobre el que se forja la actitud profesional y cívica de los estudiantes… ¡Qué modelo de desfachatez! ¡Qué ejemplo de amoralidad profesional! ¡Qué lección de desprecio por el conocimiento! ¡Cuánto daño han causado estos indecentes!

Por suerte para el Paraguay los jóvenes estudiantes, en lugar de aprender e imitar ese modelo de corrupción indecente, han elegido rebelarse contra él, expulsarlo de las aulas y llevarlo ante la justicia; tratando a esos delincuentes, que prostituyeron la noble profesión de enseñar, que atropellaron el derecho a aprender de las nuevas generaciones, que traicionaron al futuro del país, con el desprecio y la repugnancia que se merecen.

rolandoniella@gmail.com

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