La historia política actual del Paraguay

El presente político de nuestro país está dominado por grandes intereses económicos particulares que establecen la agenda entre dos bandos ya conocidos por todos dentro de un partido político. Para el pueblo, este presente político de intereses creados es difícil descontaminar por su falta de libertad de pensamiento. Sin embargo, este momento político es una fuente extraordinaria de enseñanza para el pueblo; especialmente para despertar su conciencia de lo que le es perjudicial. Para eso, debemos presentar ante sus ojos quiénes son sus benefactores o detractores en esta historia. Al pueblo le es inservible el suministro de ideas filosóficas que no las entiende. Lo cierto es que últimamente, nos hemos llenado de detractores de esos intereses, y lo que es peor, están en el gobierno ejecutivo, legislativo y judicial.

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Es importante recordar al pueblo su historia de luchas por elevar y defender sus intereses en el pasado; inclusive bajo diferentes circunstancias y aun cuando no fueran dentro de los regímenes ideales de libertad. Desde luego, sufrimos una carencia de tradición e historia de regímenes ideales de libertad en el pasado. Por eso no se ha establecido herencias de vocación democrática entre nosotros. Pero ese hecho de haber defendido los intereses del pueblo en otras circunstancias ha sido utilizado muchas veces para descalificar a nuestros verdaderos benefactores y favorecer a los detractores.

El régimen ideal de libertades con instituciones que garanticen la vida, la propiedad, el honor y los demás derechos individuales de las personas es la verdadera democracia que el pueblo paraguayo no la conoce hasta hoy y que desesperadamente lo necesita. En ese régimen, todos los actos del gobierno son ejecutados conforme a la ley y todo acto efectuado fuera de ella es considerado arbitrario. Los regímenes de libertades organizadas a través de instituciones son una creación anglosajona, donde corresponde a los ingleses su descubrimiento y a los estadounidenses su perfeccionamiento. La creación de instituciones que funcionan y garantizan los derechos individuales es la que lleva a la libertad verdadera y a un ordenamiento en la convivencia social. Nosotros estamos lejos de ese tipo de libertad y de convivencia social porque nuestras instituciones lastimosamente no funcionan. Más bien nos parecemos a las democracias antiguas que eran regímenes de libertades en el desorden, sin ninguna garantía para el ciudadano, su vida, su propiedad o su honor, y menos para sus demás derechos individuales.

En el Paraguay, hemos agregado un ingrediente clave y fundamental llamada corrupción dentro de las instituciones que debieran garantizar los derechos individuales, y es esa nuestra perdición porque empobrece más todavía al pueblo que los regímenes despóticos del pasado y le lleva a la inseguridad.

Aquí precisamos una verdadera revolución sociocultural y política en la forma de manejar la cosa pública, y en las garantías para el individuo y su propiedad. Una verdadera revolución mental para librarnos de la corrupción de manera que las instituciones democráticas funcionen. En ese sentido, los medios de comunicación tienen un gran poder, y son una herramienta formidable para este fin y ya han comenzado esta tarea. Ahora está en manos de los encargados de hacer cumplir la ley, castigar a los culpables, porque el pueblo está listo para reclamarles si no lo hacen. Sin esta transformación no tendremos las garantías que el pueblo necesita para progresar. Los ciudadanos necesitamos decir basta al experimento democrático a la antigua a la que quieren acostumbrarnos los políticos desde 1989. Nos toca ahora a nosotros, los ciudadanos, pedirles a los verdaderos políticos que paren con este hecho nefasto porque perjudica a todo un pueblo; pese a que algunos quieren mantenerlo así como está para sus propios beneficios.

(*) Médico especialista diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurología.

victor2343@gmail.com

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