La olla y el ombligo

Esta semana les dije varias veces a mis colegas de deportes que me estaba empachando con la noticia de la inauguración de la Nueva Olla.

Cargando...

El comentario, una cargada entre compañeros de trabajo, hacía referencia a que todos los bloques y participaciones de periodistas deportivos en diferentes espacios, destacaban principalmente, y con todos los detalles correspondientes, la reinauguración del estadio del club Cerro Porteño.

En una de estas bromas estábamos, cuando un compañero camarógrafo me pidió que mirara los comentarios que se estaban escribiendo en las redes sociales cuando se publicaba en internet alguna noticia sobre el tema.

Amenazas, mensajes de odio y ofensas hirientes fueron parte del menú desplegado por quienes quizás no tienen otra vida más allá del teclado.

Y no me refiero a las chanzas y cargadas entre familiares, amigos o compañeros de trabajo, algo que la mayoría hacemos hasta para tener un tema común de conversación, sino a la genuina violencia verbal descargada contra extraños en las redes sociales, y a la rabia que se percibe en muchas de esas participaciones.

Como si la vida misma dependiera de la construcción de un estadio, o de la obtención de algún campeonato.

Pero ya que estamos, y hablando bien en serio. El nuevo estadio del Club Cerro Porteño es digno de elogio, y se constituye en este momento en el más moderno y de mayor capacidad en el fútbol paraguayo, mediante el trabajo de más de dos años, de manos y cerebros paraguayos que fueron empleados en la construcción de esta obra.

Confieso que sigo en la duda de si es una inauguración o una reinauguración, considerando que el Adriano Irala ya fue inaugurado hace más de 80 años.

Pero este es solo un detalle semántico. Lo verdaderamente importante, para quienes gustamos del fútbol, es el esfuerzo para intentar ofrecer comodidades y mayor seguridad a quienes asisten a un estadio para presenciar el juego.

Queda a cargo ahora de la dirigencia deportiva que estos estadios se llenen con familias y amigos que van a ver fútbol y no con inadaptados que solo ven el fútbol como pretexto para descargar sus frustraciones.

Es el dirigente del fútbol el principal responsable de no intentar ponerles un cerco a los delincuentes que espantan a la gente de las canchas y que les dan el mejor argumento a aquellos que quieren desacreditar al fútbol como un deporte que une, integra y transmite valores.

Es el dirigente de fútbol quien muchas veces tiene que alquilar voluntades para maquillar la orfandad de respaldo personal. Son dirigentes quienes también se benefician de su condición privilegiada para lucrar con la reventa, cuando anuncian que las entradas están agotadas pero a la hora de rendir cuentas presentan algún remanente.

Al club Cerro Porteño solo queda felicitar por una gran obra, intentar imitarla y esperar que tengamos al menos dos estadios más en esas condiciones.

Y ante la tentación de alguna mezquindad por no tratarse de nuestro club, pensemos siempre en que tenemos que dejar de mirarnos el ombligo.

El día en el que concentremos toda esta energía utilizada para descalificar, en algo verdaderamente importante, útil y provechoso, habremos cambiado.

Así como dice la frase popularizada también en redes, si le pusiésemos el mismo interés a la política que al fútbol, hace tiempo hubiésemos avanzado como país.

guille@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...