La psicosexualidad como fuente de amor

Muchos confunden genitalidad con sexualidad, cuando que los conceptos son diferentes. Cuando hablamos de genitalidad nos referimos al conjunto de órganos sexuales, mientras que la sexualidad se relaciona con el comportamiento y la manera de vivir, sentir y amar. Ya no se trata entonces de lo exclusivamente fisiológico, sino que ya interviene la parte psicológica.

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La riqueza de la sexualidad es inmensa. Por eso conviene educar a las parejas para que saquen de ella los máximos beneficios y no considerar la actividad sexual como algo que sirve únicamente para encontrar un placer pasajero. Dice Master y Jhonson que si el sexo se reduce solo a lo físico, no pasa de ser una gimnasia.

Hoy día las relaciones son muy breves y efímeras, porque las personas no se conocen profundamente. Para conseguir algo valioso, tiene que existir amor, sintonía y afectos. Tiene que haber intimidad y compromiso. Tiene que existir comunicación y diálogo.

La psicosexualidad es una fuente de amor. Trata de la anatomía de un grupo básico, que es el macho y la hembra. En la naturaleza, en el aspecto sexual nos comportamos como animales, pero a diferencia de ellos, tenemos deseos, imaginación, sensibilidad, fantasía e inteligencia. Somos los únicos animales que podemos AMAR, así con mayúsculas.

Nosotros, hablamos de hacer el amor y no solamente tener sexo. Por eso, los psicólogos sostienen que la sexualidad no solamente es penetración, es también besos, abrazos, caricias, miradas y palabras. Se utilizan al máximo los cinco sentidos.

Tanto las mujeres como los hombres debemos conocer nuestros cuerpos. Cómo funcionan y responden a los estímulos. Pero también tenemos que conocer nuestras emociones y saber controlarlas. Todo en perfecto equilibrio.

Es cierto, hoy el consumismo, la pornografía, las drogas, el tabaco, el alcohol e incluso la mala alimentación, han producido una sexualidad tóxica y desenfrenada, que para nada ayuda a la salud sexual, y no hablamos de salud reproductiva, que es otro tema.

“Vive la vida loca”, es la consigna que nos lanzan. La actividad sexual es desordenada y sin control. No importa cómo ni con quién, lo que se busca es experimentar el placer, hacer destrezas orgásmicas, mantener al máximo la erección, probar de todo, inclusive sustancias, para llenar el hambre que tiene el alma.

La cultura nos presenta a las mujeres como objetos de consumo. Nuestros cuerpos tienen que ser perfectos para ser deseados. Y en esta terrible competencia, las mujeres hacen dietas, cirugías, gimnasias y sin embargo, tenemos un índice altísimo de abusos, violaciones y crímenes.

Si conociéramos a fondo nuestra psicosexuaiidad y la de nuestra pareja, tendríamos una vida sexual totalmente sana. Creceríamos como personas y también lograríamos la felicidad del otro, o de la otra. Somos seres, de cuerpo, mente y espíritu. El órgano más valioso, quizás no sea ni el cuerpo, ni el cerebro, sino el corazón. Y allí nacen los sentimientos y las emociones. Allí nace el amor, que mueve el mundo, mueve las fibras de la piel y nos lleva a la plenitud, a la conexión total y la suprema felicidad.

Blila.gayosoq@hotmail.com

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