La venta de plantas es su medio de vida

Gerónimo Ozuna tiene 42 años, es soltero, sin hijos. Es oriundo de Altos (Cordillera), de donde vino hacia la capital buscando mejores horizontes. Desde hace 7 años, exhibe su feria de plantas en la esquina de Coronel Romero y Ruta Mariscal Estigarribia, San Lorenzo. Más precisamente, al lado de la comisaría central de la ciudad universitaria.

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En plena calle, coloca sus macetas de plantas para interiores, flores, hierbas medicinales, arbolitos de Navidad, especies frutales, nativas y exóticas. Todas las variedades, aún las más raras, es posible encontrar en este sitio verde y a buen precio.

Santarritas de todos los colores, rosas, margaritas, hortensias, malvones, coralitos, jazmines, botones de oro, lirios, azucenas, ilusiones y claveles, hermosean el lugar. Hay hojas verdes, marrones y amarillas para decorar el jardín. No faltan el romero, la ruda, el aloe y la moringa y un sinfín de hierbas de nuestra medicina natural. Tienen mucha aceptación las plantitas de limones, mangos, naranjos, mamones y pomelos. El milagro es cómo su dueño lo agrupa en un espacio tan reducido.

Gerónimo se levanta a las 4 de la mañana para tomar su tradicional mate. Después arregla sus macetas, las limpia una a una para que luzcan bellas, frescas y lustrosas. Las protegen de los insectos y la contaminación ambiental tan fuerte en esa arteria muy movida. Como no posee viveros propios, compra de Itauguá o Cabañas para revender. Dice que en todas las épocas del año se vende, aunque sus ingresos apenas le alcanzan para sobrevivir.

Le gustaría cambiar de rubro en algo que pueda ganar más; solo que lo ve un tanto difícil, ya que no cuenta con título profesional, habiendo concluido solo el sexto grado de la primaria. Con sus ocho hermanos, tuvieron que abandonar la casa, buscándose ganar el pan desde chiquitos, esparciéndose por distintos lados.

Durante su juventud, tuvo que dedicarse a diversas actividades para mantenerse, sin poder estudiar algún oficio de mando medio. Desde pequeño se inclinaba por todo lo verde sin imaginar que un día su medio de vida sería vender plantas. A sus 42 años, sufre de hernia y otras afecciones molestosas, pero como carece de seguro médico y social, no sigue ningún tratamiento para su enfermedad. Al respecto, comenta que preferiría la medicina natural y cuidarse en la alimentación. Antes, llegó a probar el alcohol y el tabaco, pero como fue dañada su salud, los abandonó a tiempo. Al mediodía, va hasta el copetín de Ña Rosa, a escasos metros, para almorzar y volver rápidamente a su puesto de trabajo, donde con frío o calor, permanece firme hasta el oscurecer en que se marcha a su casa, en Kokuere.

Al día siguiente volverá a la jornada, renovando, limpiando y abonando sus macetas. Al pasar por esa vía céntrica, se lo puede ver, ajetreado en su tarea cotidiana. Mira las plantas con mucho cariño. Las toca y las mima. Las hojas y flores se mueven con la suave brisa como respondiendo al cuidado de su dueño. Por esa savia vital corre vida y esperanza, de color verde, como este follaje en pleno centro de San Lorenzo.

blila.gayoso@hotmail.com

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