La verdadera gloria

Hoy celebramos la Ascensión de Jesús al cielo, pues después de manifestarse resucitado durante cuarenta días y terminar Su misión en el mundo, volvió a la gloria que le pertenece desde siempre, como Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

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Por ello, acertadamente afirma nuestro Credo: “Al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso”. 

La glorificación de Jesucristo ya es, en cierta medida, nuestra glorificación, pues donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo.

Para llegar a la verdadera gloria tenemos que saber abandonar las vanidades que nos seducen, y pueden parecer glorias envidiables, aunque sean despistadas falacias.

Los criterios mundanos no promueven al ser humano, porque provocan sus instintos más bajos, como sea: creerse superior a los demás por el tipo de ropa que usa, por el barrio en que mora, por el cargo que ocupa, por el costo de su vehículo y otras cosas superficiales, pero que fácilmente pueden atraparnos.

La gloria que vale es empeñarse para tener una experiencia de Cristo resucitado y aceptar como propia la misión que Él dejó a sus amigos: vayan y bauticen a todas las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto manifiesta que todos deben ser misioneros y no permanecer indiferentes delante de la necesidad de evangelizar.

Pero también hay que enseñar lo que Cristo nos mostró, especialmente, en el Sermón de la Montaña, en Mateo capítulos 5-6-7. Por eso que Él nos convoca a ser sus testigos en un reino que no tiene las fronteras que los hombres ponen, sino que abarca a todos los seres humanos y en todas sus dimensiones.

La verdadera gloria es saber que el Señor resucitado está con nosotros todos los días hasta el final de esta historia, como Él lo ha prometido, y esta cercanía es fortaleza delante de tantos problemas que tenemos que resolver.

Además de la Ascensión celebramos el inicio de la “Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos”, con el tema: “Reconciliación: el amor de Cristo nos apremia”. Es el empeño para acercar a los cristianos no católicos de los cristianos católicos.

Y otro punto que embellece la fiesta de la Ascensión es la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y el papa Francisco nos propone este texto: “No temas, que yo estoy contigo: Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos”: el reto de usar bien los teléfonos celulares. 

Paz y bien. 

hnojoemar@gmail.com

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