La vieja forma de hacer política

Estamos a menos de 6 meses de elecciones generales y un mes de internas de los partidos políticos. En plena efervescencia, la actividad no tiene pausa, entre uno y otro movimiento. Vemos pasacalles, calcomanías, fotografías y volantes con las figuras de los candidatos que ya pugnan desesperados por cargos electivos. Utilizan todos los recursos disponibles, ya que el marketing también llegó a este campo –el del poder–, tan apetecible por el hombre, y también, por la mujer.

Cargando...

En el fondo, la forma de hacer política, no cambió nada. Por más que se utilicen fuegos artificiales, músicas estridentes, presentaciones rimbombantes, pitos y flautas, en esencia criolla y muy paraguaya, sigue siendo la misma. Los candidatos denostan uno contra otro, sacando los trapos sucios, como siempre. Es como querer construir el éxito de uno, sobre el fracaso del rival. Aunque, después de pasar todo esto, puede haber un abrazo republicano. Después de las peores calumnias y difamaciones. Lo más natural, es que se pasen la mano y tomen juntos, un café o un refresco. Finalizado el tiempo de guerra, vendrá la paz y la calma, en todas las carpas. Y se repartirán las tortas, en amigables acuerdos.

Se gasta mucha plata durante las campañas proselitistas y no sabemos de dónde procede ese dinero. Cuando se le pregunta a los candidatos, responden que reciben la ayuda de los amigos. Pero en algunos casos, los orígenes de esas sumas astronómicas, se piensa que bien podrían ser del narcotráfico, del lavado de dinero, de contrabando o del mismo robo al fisco; muy sospechoso es que corra tanta plata.

Aparecen en estos tiempos, los famosos hurreros. Gente especializada a colgarse los pañuelos rojos o azules y dar los gritos acostumbrados, al son de los tambores y las polcas, después de haber ingerido algunas copas de aguardientes. Cantos, estribillos, bailes, vítores y fanfarrias, al paso del candidato en cuestión. Y sigue la comparsa, el circo que alegra los espíritus y la caña que marea y confunde, en este carnaval, que viene vaya a saber de qué tiempos inmemoriales.

En realidad, lo que necesitamos son propuestas serias y creíbles y candidatos honestos y dignos de confianza. Pero no tenemos ni lo uno ni lo otro. Necesitamos candidatos que tomen en serio su papel y nos muestren cómo van a diseñar un país serio y respetable. Cómo van a solucionar los temas de salud, educación, trabajo y seguridad. Esos son los debates que deben realizar y no esta forma kachiãi de hacer politiquería barata, prometiendo cosas que nunca van a cumplir y con el único deseo de llenarse los bolsillos, en la brevedad posible.

Somos los ciudadanos y las ciudadanas los que tenemos que poner freno a estas costumbres, a este marketing que no nos favorece, a este circo y esta novela. Ya es hora de abrir los ojos y con juicio crítico, exigir un poco más de seriedad y respeto. La política es una actividad noble, que tiene como objetivo, el bien común. Con educación cívica y moral, debemos exigir a los políticos, que recuperen esa naturaleza, ese objetivo y esa esencia. Solo así, vamos a convertirnos en un país serio y desarrollado. Es necesario que cambiemos actitudes, mentalidades y comportamientos, pensando en los hijos y nietos, y en las futuras generaciones.

blila.gayoso@hotmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...