Lapsus linguae

Lapsus –que significa resbalón, desliz o error– más que una palabra de origen latino parecería ser un desafortunado estilo de discurso en la vida política del presidente Horacio Cartes. Cuando este hace uso público del micrófono nunca deja de sorprendernos con alguna que otra perla que al cabo de un tiempo adorna una que otra tertulia periodística social que termina en carcajadas.

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En el vademécum de frases cartesianas se encuentra la desafortunada comparación de Paraguay con una “mujer fácil y bonita”; también, la invitación a empresarios brasileños quienes tienen su permiso para que “usen y abusen” de nuestro país; o el inolvidable –y doloroso para los hombres, creo– “tiro en las bolas” que se pegaría si llegara a enterarse de tener un hijo gay.

Sin embargo, su última intervención no se enmarca dentro de este idiotario chistoso y pone en entredicho todo el proceso democrático que a duras penas sostiene nuestro país. “No estuve en el gobierno que asumió después del golpe” sentenciado a su vuelta de Israel, no sonó para nada simpático, ni para las familias de los 17 fallecidos en Curuguaty que desencadenó en el juicio político a Fernando Lugo ni a las organizaciones sociales que todavía se estaban manifestando contra el fallo del caso. Tampoco fue simpático para el propio exmonseñor ni a la clase política que en su momento tuvo una postura crítica respecto al desenlace que tuvo aquella crisis que sacó del poder a Lugo el 22 de junio de 2012.

Analizando el lapsus desde la explicación de Sigmund Freud, este nos dice que se trata de una manifestación del inconsciente que sale al consciente como un desliz o equivocación. Esos lapsus manifiestos por ejemplo al escribir (calami) o al hablar (linguae) están asociados a estados de estrés, angustia, ansiedad o déficits de atención. Suelen aparecer como consecuencia del pánico escénico cuando quien habla desea reprimir términos o vocablos que pueden ser controversiales y por efecto de la presión terminan diciendo lo que no quisieron (o debieron decir), en este caso de Cartes: “Golpe”.

Y pese a que solo minutos después desde la website de la presidencia, el Mandatario se disculpaba asumiendo una mala elección de palabras, el daño en el consciente-inconsciente colectivo ya estaba hecho. Y el argumento para sus detractores, servido en bandeja.

Tratando de ver objetivamente el asunto, en esta intervención del Presidente podría descartarse de que se trate de una dificultad en el plano cognitivo o un deterioro producido por estrés mental. Estamos nada más que ante el discurso de un empresario con escasa experiencia política y acostumbrado a decir las cosas sin pelos en la lengua, a expresarse según su percepción de un Paraguay que se entrega fácilmente o que puede ser usado y abusado. Cartes no está habituado a una práctica de elaborar un discurso que pueda ser filtrado con diferentes criterios de análisis; dice lo que piensa, o dice sin pensar, ignorando las nefastas consecuencias que tiene sobre su imagen poco seria y poco estadista y sobre la imagen de nuestro país, en consecuencia, ídem. En este escenario lo que podemos decir es que Cartes es un hombre de palabra… desafortunada.

mescurra@abc.com.py

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