Las ideas de Santiago Peña

Santiago Peña, el candidato de Cartes, está muy entusiasmado con la bárbara acción de expulsar al empleado público que se niega a respaldar sus intenciones presidenciales. Son decenas los funcionarios tirados a la calle porque no asistieron a los actos proselitistas del oficialismo o porque se mostraron tibios a la hora de hacer hurras en las reuniones partidarias.

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El problema de la degradación moral de las personas y las instituciones está en Horacio Cartes. A su sombra crecen imparables los yuyos venenosos que invaden el país. Ahí le tenemos, entre muchos otros, al senador González Daher con amenazas de expulsar a quienes no se arrodillen al cartismo. De González Daher no se puede esperar otra cosa dada su formación cívica y ética. Pero que esté en la misma senda Santiago Peña, con títulos universitarios obtenidos en el exterior, es para renunciar a la esperanza de que nuestro país vaya a salir de su postración moral.

¿No son paraguayos los empleados públicos? ¿No tienen familia? ¿Se los tiene que obligar, a través del miedo, a vivir sin voluntad, sin opinión propia? ¿Esta es la democracia por la que mucha gente dejó su vida? ¿En el ejercicio de su libertad no puede un ciudadano tener opciones partidarias solo por ser empleado del Estado?

Recientemente, en Sapucái, Santiago Peña, refiriéndose a las amenazas de González Daher, dijo: “Yo lo tomo en el sentido de que él pidió que la gente pueda tomar posiciones, que se sienta libre, de que no esté jugando a dos puntas; que el que quiera irse que se vaya y el que quiera quedarse que se quede”. Este el pensamiento de un académico formado en el exterior. “Que se sienta libre” es una burla a su compatriota, empleado público. Si no está con nosotros está contra nosotros. Es la antigua postura de los totalitarios que renace con fuerza en el corazón mismo del cartismo. La consigna de Peña, al asumir la bestialidad de González Daher, es: El que no está con mi candidatura tiene la libertad de irse porque si no se va le vamos a echar. Pero hay más: La cosa pública no es del Estado, es del Gobierno, son nuestros empleados, les pagamos el sueldo, son deudores nuestros. Nos pertenecen enteramente.

Por su reciente y casual incorporación al coloradismo, es posible que Santiago Peña ignore aún la doctrina colorada según la cual es un Partido “de hombres libres”. O la leyó y entiende mal. Toma la frase como la libertad del funcionario para irse o quedarse, según le guste, o no, su candidatura. Esta idea de la libertad del ciudadano es la que nos aterroriza. Su promesa, de llegar a la presidencia de la República, es continuar con la política de Horacio Cartes: La política de la exclusión; del atropello a la Constitución Nacional y las leyes. En esto ya fue más claro que otras veces, conforme a sus declaraciones en Sapucái.

Santiago Peña se formó profesionalmente en el exterior. Se piensa que en los grandes países –grandes por su economía, cultura, fortaleza de sus instituciones– se aprende con la sola observación. Y no digamos cuando se tiene el privilegio de instruirse en sus universidades. En estos casos el extranjero, el que proviene de países de menor desarrollo en todos los órdenes, suele desear para su patria los adelantos de los que disfruta y observa. Hasta suele hacerse la promesa de que a su regreso pondrá el esfuerzo para mejorar, en el plano político por ejemplo, el civismo de, por lo menos, familiares y vecinos.

Cuando no se es un bruto total queda algo dentro de uno, de lo observado afuera, que desea compartir con los demás en la creencia de que pueda servirles en su vida cotidiana. ¿Qué aprendió Peña en el exterior? ¿Qué ideas renovadoras nos trajo de la universidad de Columbia, en Nueva York? ¿Qué encontró en su famosa biblioteca que nos ayudara a tener un país mejor? Cuando apoya la barbarie de dejar en la calle a un trabajador público por el solo “delito” de sostener una opinión propia ¿no piensa en el desamparo de ese ciudadano o ciudadana? ¿No le conmueve la idea de que estos nuevos desocupados podrían, en la desesperación, tomar su maleta y buscar el pan en el extranjero porque en su país optó por un proyecto político distinto?

Es posible que Santiago Peña regresara a su país con ideas renovadoras y propósitos nobles. De ser así ¿en qué momento se le pudrió todo? ¿En su contacto con Cartes y González Daher?

alcibiades@abc.com.py

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