Las malas noticias

En estos días una señora se quejó contra los medios de comunicación. Dijo a una emisora: “Desde temprano nos amargan el día con malas noticias”. Argumentó su molestia en “el hecho innegable” de que tales noticias “impactan en nuestro ánimo y nos desalientan desde antes de levantarnos de la cama”. Tiene razón la oyente. Las malas noticias debilitan el entusiasmo y nos llenan de malhumor. En vez de comenzar el día con optimismo y con esperanza de una feliz jornada, sentimos que se nos pega una molestia que ya no habrá de abandonarnos.

Cargando...

En lo que estoy en desacuerdo con la oyente es en la culpa que le atribuye a la prensa. En la antigüedad se mataba al mensajero portador de malas noticias. Es una salvajada. Pero en los tiempos modernos no ha cambiado mucho la reacción contra el mensajero, el periodista. Sigue recibiendo castigos que incluyen asesinato, desaparición, tortura, apresamiento, golpizas, etc. Ahora mismo, en Ciudad del Este, el director del diario “Vanguardia”, Nelson Zapata, fue golpeado por una turba de fanáticos seguidores de la intendenta local. El periodista hizo lo que tiene hacer: estar en el lugar de los hechos. Pero la noticia que iba a difundir no era nada edificante para los manifestantes. De ahí la violencia para acallar la verdad en la creencia bárbara de que es el mejor método para defender a una persona, una familia o una causa.

De nuevo la justicia paranaense tiene la ocasión de ejercer la honestidad e independencia. Ojalá no las haga pasar, como otras veces, y aplique todo el rigor de la ley en este incidente ligado a la intendenta y a su marido.

Volviendo a la idea inicial del desánimo que causan las malas noticias, los medios no tienen más remedio que difundirlas porque, aunque fuesen malas, son de interés público. El problema es que esas noticias se originan en los organismos del Estado y no resultaría conveniente para nadie ignorarlas. Todo cuanto sucede en las instituciones públicas tienen que ser de interés prioritario para la ciudadanía que las mantiene.

No es posible vivir de espaldas, por ejemplo, ante la corrupción que golpea con fuerza al país. Y no es la información la que nos desanima sino la impunidad que la rodea. Vea usted lo que pasa, como todos los días, en el Tribunal Superior de Justicia Electoral. Leemos en ABC Color del martes que el Tribunal Electoral de la Capital, Primera Sala, “registraba hasta la semana pasada una entrada de 49 expedientes de enero a junio, un promedio de ocho expedientes por mes. Por esa ‘sobrecarga’ laboral, los magistrados Hermes Medina y Gilberto Meza pidieron horas extras para sus leales”.

Ante esta situación, vergonzosa por donde se la mire, la magistrada Patricia Blasco, presidenta del Tribunal Electoral de la Capital, Primera Sala, solicitó la suspensión de las horas extras “por no ser un año electoral”.

Este hecho demuestra, una vez más, que en el Tribunal Superior de Justicia Electoral hacen lo que se les antoja con el dinero público. Tenemos también a la ministra Wapenka que se fue a España –por las puras ganas de irse con el dinero de los contribuyentes– con el pretexto de los comicios de los liberales en Barcelona donde votaron 25 personas. La ministra se asignó diez millones de guaraníes más el pasaje que habrá costado unos cinco millones.

La otra noticia de la semana pasada tiene que ver con la fenomenal estafa de la que está acusado, entre varios, el exministro de Agricultura y Ganadería, senador liberal y miembro del Consejo de la Magistratura, Enzo Cardozo. El juez Humberto Otazú fue recusado por el abogado de Cardozo para evitar la audiencia en que se debe resolver el pedido de elevación a juicio oral y público por el “despilfarro” de 3.700 millones de guaraníes. Cardozo, y el que fuera también ministro de Agricultura, el liberal Rody Godoy, tienen pendiente la audiencia preliminar por el “desvío” de 68.000 millones de guaraníes, en otro proceso abierto por lesión de confianza. También la defensa de los acusados recusó a otro juez, Gustavo Amarilla, que fue impugnado ante la sala penal de la Corte Suprema donde el caso duerme con la placidez de los expedientes tribunalicios de los correligionarios, amigos y favorecedores. El proceso se inició hace más de dos años.

También leemos (ABC Color del miércoles) que la administración del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) dilapidó 21 millones de dólares en transferencias directas a ONGs para construir sistema de agua potable “que se volvió todo un negocio de políticos y amigos del Gobierno”.

Tiene razón la citada oyente. Estas y otras noticias nos desalientan, nos llenan de desesperanza por la sencilla razón de que se irán repitiendo. A ninguna autoridad administrativa, judicial ni legislativa le importa que la corrupción vaya dejando al país desnudo y en la calle.

alcibiades@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...