Las señales que alumbran el futuro

El presidente Horacio Cartes empezó a dar las primeras pistas sobre el futuro político del oficialismo de cara al 2018. En un virulento informe al Congreso se desmarcó de la clase política, culpó a los dos últimos gobiernos de la mala situación que vive el país y confirmó que profundizará su modelo de gestión. De paso ratificó que no buscará la reelección.

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Con un puñado de afirmaciones sentó los pilares del modelo oficialista de cara al futuro, dejando en claro que la confrontación con la clase política irá en aumento. Habrá negociaciones puntuales sobre temas específicos, pero no una alianza que lleve al oficialismo a renunciar a su modelo.

Cartes redobla la apuesta. Vuelve a jugarse por un modelo que lo llevó a la Presidencia de la República y que presume podrá repetirse en 2018 aun cuando no sea el candidato. Opta por dejar de lado a la clase política para no terminar envuelto en una trama donde el control se le puede ir de las manos.

Dentro del oficialismo, las palabras del presidente no cayeron muy bien. Solo el círculo intimo, el más cercano, el que vino con él del sector privado, está contento. Para ellos fue un discurso brillante, oportuno, que conecta con una ciudadanía cada vez más harta de los políticos; para los otros se abrió un camino de incertidumbre que por ahora se tolera por la coyuntura política que todavía está alejada de las fechas de internas partidarias y de definiciones de candidaturas; pero cuando esos tiempos apuren las posiciones podría ser distintas.

La dirigencia política sabe que más allá de generar simpatías con los discursos a la hora de ir a elecciones se precisan votos. Se necesita movilizar a la gente, traducir ese agrado en respaldo efectivo. Ir a votar.

Cartes también lo sabe pero confía que al profundizar las diferencias con la clase política se mostrará como la opción natural y que a la hora de ir a elecciones el Partido Colorado de nuevo prestará su estructura política para poner a un elegido del oficialismo. Cree que al haber llevado a la presidencia de la ANR a Pedro Alliana está asegurado un camino sin complicaciones. Que lo demás encontrará su solución mediante convenientes y jugosos acuerdos y que el temor de quedar fuera de la mesa del poder será la fuerte argamasa que termine uniendo incluso a aquellos que no se sienten cómodos con esta forma de hacer política que condena a los dirigentes partidarios.

Las complejidades de la vida política, sin embargo, esconden una serie de variantes que bien podrían hacer naufragar los anhelos del oficialismo. Basta con recordar que en las elecciones municipales y en la disputa de la mesa directiva tuvieron contundentes derrotas.

Tampoco se puede pasar por alto que Cartes tiene aliados eventuales pero no suma lealtades. No tiene armada una dirigencia partidaria que cierre filas, le responda y trabaje para superar los escollos de la política. Y en ese terreno las conveniencias económicas no siempre son la solución; muchas veces una firme estructura política es mucho más eficiente.

En la oposición están contentos con el camino que tomó el presidente de la República. Confían que de algún modo esa confrontación hará estallar la interna colorada y que realmente les terminará sumando votos. Pero para sacar ventajas primero deberán espantar sus propios fantasmas.

La nueva dirigencia liberal asegura una posición mucho más firme para enfrentar al Gobierno. El Senado será su mejor herramienta; pero no mucho más que eso. Internamente la convivencia no será fácil, sin mayorías todo se tendrá que negociar.

Estos últimos acontecimientos muestran un horizonte político un poco más delineado, pero todavía está lejos de ser claro.

ogomez@abc.com.py

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