Lo que hay en mí, hay en tu corazón

En la semana de la amistad sacamos todos los bellos sentimientos que guardamos en el corazón. Cariño, ternura, amor, bondad, tolerancia, humildad, perdón, gratitud y todas las virtudes escondidas en nuestro ser y que muchas veces no somos capaces de manifestar.

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Es que la amistad habla de nuestra capacidad de comunicarnos con quienes nos rodean y las amistades son personas muy importantes, por el afecto y la compañía que nos brindan. Y así como ocurre con el amor, necesita ser cuidada, cultivada y valorada. Como en nuestro jardín, las plantas deben estar libres de malezas y espinas; regar todos los días y abonar adecuadamente para que las flores se abran espléndidas, al llegar la primavera.

Con el amigo, con la amiga, aprendemos el placer de compartir los momentos agradables de la vida. Expresamos los distintos estados de ánimo, como la alegría, la sorpresa, los logros académicos o laborales. También están a nuestro lado, en las horas de tristeza, dolor o fracasos. A nuestro amigo, que es como un hermano espiritual, abrimos el alma y contamos cosas muy íntimas de nuestra vida. Por eso, es importante desarrollar la lealtad y el respeto para no destruir la relación.

A veces, no hay nada que celebrar, pero siempre hay temas que tratar. Salir a dar un paseo por un parque para leer un libro o una poesía; ver juntos una película o escuchar una música; mensajear para saber cómo está el otro y comprar un regalito, pueden alimentar la amistad.

Partimos de la base de que desde chiquitos aprendemos a dar y a recibir. Lo justo es aceptar y otorgar, que exista una resonancia mutua, una respuesta, una reciprocidad permanente. En el mundo, uno somos todos y todos somos uno. Lo que hay en mí, también hay en tu corazón. Somos espejos donde nos miramos unos a otros y nos reflejamos. Por eso, tu felicidad es mi felicidad; tus éxitos son mis éxitos y tu dolor es mi dolor. Estamos conectados en el universo que exige de nosotros la mejor energía y la buena onda para vivir en armonía.

La amistad es fraternidad, conexión psíquica, lazo afectivo y mucha espiritualidad. La amistad es libertad, pero también compromiso de caminar el mismo sendero donde se realizan los sueños y crecemos como seres humanos para dar lo mejor. No estamos solos en el mundo; hay compañeros de ruta, dispuestos a compartir, reír, cantar, bailar y llorar.

¿Se puede cambiar el mundo con la amistad? Claro que sí. Con ella podemos descubrir de donde venimos y hacia donde nos dirigimos. En el cosmos, somos una partícula, una molécula o un átomo. Muy pequeños, para ser tan soberbios o egoístas. Insignificantes para tanta envidia, para tanta vanidad. Pero somos grandes, si en nuestra alma hay humildad y sencillez. Ser libres, auténticos, sensibles y amorosos, nos acerca a Dios y nos une con el prójimo. La amistad, es algo maravilloso y la debemos cuidar como un tesoro valioso.

blila.gayoso@hotmail.com

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