Más que una derrota del Partido Colorado

En las elecciones municipales del pasado domingo, el Partido Colorado recibió uno de los golpes más duros desde la derrota en las elecciones presidenciales de abril de 2008. No solo perdió la intendencia de Asunción después de 14 años. Además cedió en otras cinco capitales departamentales que tienen un caudal electoral importante y puso en riesgo su futuro.

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En términos absolutos, los colorados tuvieron más votos que los liberales, pero en términos relativos la oposición tuvo 130.000 votos más. Y tal vez ese sea el dato más contundente de todos, los colorados no logran sumar votos más allá de los afiliados y se enfrentan a la posibilidad real de una derrota en las presidenciales de 2018. El problema parece no estar solo en la interna colorada que resta votos porque las heridas aún no están curadas. Pareciera que también el nivel de urbanización empieza a tener efectos electorales.

No es un dato casual que hayan perdido la intendencia de Encarnación, un espacio que nunca antes estuvo en manos opositoras, en un departamento de donde es originario el vicepresidente de la República y el director de la Entidad Binacional Yacyretá.

El único que logró sostenerse en medio de las derrotas es el grupo de Ciudad del Este, encabezado por Javier Zacarías, que logró mantener la intendencia. Sin embargo, en el departamento de Alto Paraná los colorados también perdieron la administración de varias comunas.

En el entorno presidencial existen dos lecturas de los resultados. Basilio Núñez, el asesor presidencial hermano de uno de los candidatos derrotados, sostiene que el Partido Colorado hizo una buena elección porque obtuvo más municipios que en 2010. Similar posición manifestó Diógenes Martínez, el flamante ministro de Defensa. Aseguró que los colorados aprobaron con éxito la prueba electoral a pesar de los malos resultados.

El presidente Horacio Cartes tiene otra visión. Después de tres días de revisiones y de conversaciones con legisladores y parte de la dirigencia salió a desmarcarse de las conclusiones edulcoradas. Sin vueltas aseguró que no se hicieron bien las cosas y que los candidatos en muchos casos no convencieron. Reclamó una revisión profunda para poder avanzar de cara a 2018.

Y es que para su entorno más cercano la derrota en las elecciones municipales realmente es una gran oportunidad para dejar de lado a dirigentes que ya no tienen la simpatía electoral y que están más identificados con los viejos modos de la política. Esta idea es también alentada por un grupo de dirigentes tradicionales que están alejados del entorno presidencial. Son los más fervientes sacerdotes de la recomposición que los lleve de vuelta a la mesa del poder.

Para la oposición en su conjunto los resultados de las elecciones fueron un tonificante. Los trajo de vuelta al juego. Ahora hay una pequeña luz en el horizonte que genera esperanzas de cara al 2018.

En general, los liberales tuvieron buenos resultados. Recuperaron Fernando de la Mora, Lambaré y ganaron en Mariano Roque Alonso. Son tres municipios con un alto caudal electoral que podría representar la diferencia en una elección nacional. Pero más allá de la victoria los resultados generaron de vuelta la confianza de poder ganar elecciones. Esta recuperación liberal estuvo acompañada por el surgimiento de sectores progresistas a nivel nacional. Este grupo es el que en Asunción manoteó el espacio que hasta hace muy poco tiempo estaba ocupado por el Frente Guasu liderado por el exsacerdote Fernando Lugo. Ahora ya no queda tan claro que Lugo sea el líder indiscutido de los sectores de izquierda.

Pasadas las municipales ahora se abre la carrera para el 2018 con una recomposición electoral que necesariamente obligará a hacer ajustes.

ogomez@abc.com.py

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