Memorias de Patricio Escobar

Hace un par de semanas, la licenciada en Historia y docente Noelia Quintana Villasboa presentó su libro “Patricio Escobar – Memorias de la Guerra contra la Triple Alianza”, editado por Servilibro. Es una “compilación con material fotográfico inédito”. La autora revive la polémica en torno a las memorias –auténticas para algunos estudiosos, ficticias para otros- del general Patricio Escobar, a quien le cupo, de todos modos, un desempeño sobresaliente junto al mariscal Francisco Solano López desde el Campamento Cerro León hasta Cerro Corá.

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Escobar fue también político. Ocupó la presidencia de la República, por el Partido Colorado, de 1886 a 1890. Junto con sus memorias de guerra se encuentran las políticas. En este capítulo, el XIII, Noelia incluye el prólogo que el filósofo español Miguel de Unamuno hiciera al libro de Escobar. Se intercambiaban cartas en las que se expresaban su amistad y mutua admiración.

En el 2011, el Dr. Washington Ashwell, entonces presidente de la Academia Paraguaya de la Historia, y con muchos libros en su haber, dio a conocer “General Patricio Escobar - Guerrero, Diplomático y Estadista”, con prólogo del Dr. Julio César Frutos. La obra está basada en las memorias de Escobar que Ashwell había encontrado, con gran sorpresa, tiradas en un rincón de la Academia. En estas memorias aparecen hechos hasta entonces desconocidos por los historiadores de la Guerra contra la Triple Alianza y el papel que desempeñó Escobar.

Cuando presenté el libro de Ashwell me hice algunas de estas preguntas: ¿El autor y el editor tenían la absoluta certeza de que los documentos, base del libro, eran auténticos? “Sí –me respondió el Dr. Frutos–. Hicimos examinar los papeles por los expertos y coinciden con su legitimidad”.

Si el manuscrito es auténtico, ¿qué certezas hay de que el relato de Escobar se corresponde con los hechos? ¿La memoria no podía haberle jugado una mala pasada? ¿No habría caído en la tentación –como muchos que escriben sus memorias– de adornar algunos sucesos, inventar otros o deformarlos? Más cuestionamientos me inquietaron. Por ejemplo, ¿cómo era posible que tan novedosa historia pasase por las manos de connotados historiadores sin que ninguno de ellos le diera importancia? ¿Es concebible que documentos que expresan hechos inéditos –valga este botón: López no fue muerto por un soldado brasileño sino por un paraguayo– terminen tirados en un rincón nada menos que de la Academia Paraguaya de la Historia? ¿No se pasan los historiadores rastreando documentos inéditos? ¿No es esa la pasión que los anima? ¿Tuvieron a mano los testimonios de una persona singular y les dieron la espalda? ¿Por qué? ¿No creían en la autenticidad o en el relato del general Escobar, o –y esto sería muy grave– de aceptar como documento riguroso se les vendría abajo sus antiguas afirmaciones acerca de López y de la Guerra de la Triple Alianza? ¿Mejor nomás ignorar la verdad antes que enfrentarse a la posibilidad cierta de abdicar a las arraigadas afirmaciones?

Noelia Quintana, en este libro, realizó una paciente investigación, acopió importantes documentos, para despejar la duda acerca de la autenticidad de las memorias. Consultó con los paleógrafos que concluyeron, entre otras cuestiones, que la letra y la firma corresponden al general Escobar.

Por lo menos para este volumen no fue propósito de la autora pasar al otro asunto: si los papeles son auténticos, ¿lo son las historias que se nos cuentan? ¿Relata Escobar los hechos tal como habían ocurrido?

Por Noelia ya sabemos, entonces, que es auténtica la memoria del general Escobar; ahora falta que se nos diga si su apasionante y novedoso relato es también enteramente creíble.

alcibiades@abc.com.py

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