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En la mayoría de los casos, los autores de los atracos son jóvenes y menores de edad adictos a las drogas, que actúan bajo los efectos de las sustancias prohibidas. Roban para obtener dinero para comprar los estupefacientes.
Un gran porcentaje de las víctimas optan por no denunciar estos hechos, debido a la impunidad que rodea al flagelo. Los narcotraficantes que operan en la zona lo hacen con total tranquilidad, lo que hace suponer que cuentan con el aval o protección de los organismos que deberían combatirlos: Policía Nacional, Ministerio Público y Poder Judicial.
El problema de la inseguridad no se resolverá con medidas a corto plazo porque requiere políticas educativas, económicas y de salud. Pero, sin dudas, hay que salir inmediatamente al cruce de las situaciones graves que se producen todos los días.
En primer lugar se debe iniciar una lucha frontal y decidida contra el narcotráfico y sus redes de distribución a menudeo o microtráfico”, que los “zares” de Caacupé sean detenidos y castigados como corresponde.
Además, entender que los adictos son personas enfermas que requieren de tratamiento adecuado y acompañamiento familiar. Es un proceso largo que requiere de profesionales especializados en el tema. Según datos del Centro Nacional de Adicciones, el 80% de los adictos consumen crack porque se consigue con más facilidad y barato. Otro de los factores es que la sustancia es sumamente adictiva y es la más destructiva, pues lleva a la muerte en solo dos o tres años.
La alta cantidad de adictos hace imperiosa la necesidad de contar con centros especializados para el tratamiento y prevención de este flagelo que está destruyendo a los jóvenes, en Caacupé y otros puntos de nuestro país. Ganar la lucha contra las drogas requiere enfrentarnos como sociedad a dos fuerzas poderosas que sustentan al narcotráfico: la oferta y la demanda.
desire.cabrera@abc.com.py