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Viendo desde el rincón del Ministerio de Educación, “los alumnos no aprenden”, pero si miráramos desde nuestro rincón: “a los alumnos no se les enseña”. La cifra dada por el ministerio es escandalosamente elevada para echarle toda la culpa al alumnado. Me resisto a aceptar que estamos viviendo en un país de zopencos incapaces de aprender lo que, con eficiencia y seriedad, se les enseña en la escuela. He dicho “eficiencia y seriedad”. ¿Nuestro famoso plan de la reforma educativa es eficiente y serio?
Quiero darle la vuelta al informe de la ministra y sustituir el término “aprender” por “enseñar” pues quizá eso nos lleve al centro del problema. Tómese como un agravante que los resultados de esta tercera medición dieron peores resultados que la segunda; vale decir, hemos ido “de Guatemala a guatepeor”. Así, en matemáticas “los chicos evaluados en el tercer grado rindieron mal; sin embargo, los del sexto rindieron peor. Ahí se da una baja en el aprendizaje de las matemáticas” ha dicho la ministra. O bien es posible que se “dé una baja en la enseñanza de las matemáticas”.
Creo no estar muy desencaminado al pensar que gran parte del problema reside no en el aprendizaje, sino en la enseñanza. Recuérdese que no hará dos meses, se llamó a concurso de profesores y el 90% no alcanzó el puntaje mínimo, con el agravante de que el listón había sido ya bajado atendiendo a experiencias anteriores. Entonces, ¿por dónde debemos comenzar a repartir las culpas?
Estas calamitosas cifras se dieron a conocer casi al mismo tiempo que en México se realizaba la 23ª Cumbre Iberoamericana, que escenificó la partición del continente debido a los países bolivarianos (Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, Nicaragua y Cuba) que decidieron no asistir, aunque sí Ecuador y Uruguay, que están en la misma línea. Para evitar mayores roces políticos, el tema de esta cumbre fue “educación, ciencia y cultura”. El presidente de Costa Rica, el historiador Luis Guillermo Solís, sintetizó la situación en el continente y nos retrató, a Paraguay, de cuerpo entero: “No hemos sabido sacar provecho a la riqueza acumulada en estos años, no se invirtió donde se debía: en educación, en infraestructuras y en innovación. Y existe el peligro de perder otra vez la oportunidad. Hay que abrirse al mundo”. A lo que Rebeca Grynspan, que ocupa la Secretaría General Iberoamericana, añadió: “El cambio se está produciendo a una velocidad sin precedentes, está en marcha una revolución con las tecnologías digitales. No serán los recursos naturales los que decidan el futuro iberoamericano, sino el capital humano”. Si esto es verdad, ya perdimos el tren. El dinero que ingresó al país gracias a la soja (cuya cotización está bajando) y a Itaipú se derrochó en pisos de lujo en Punta del Este, Buenos Aires, Río y Miami, en coches de alta gama, y lo que sobró se destinó a Fonacide, donde los políticos, especialmente los intendentes de pueblos del interior, robaron los fondos desvergonzadamente. En esta misma cumbre se echó a andar un proyecto apodado “Erasmus latinoamericano”, que permitirá a los jóvenes universitarios de un país poder realizar estudios en otras universidades de otros países. Con el nivel de formación ya anunciado, y las universidades garaje y la venta de notas y títulos incluso en la Universidad Católica, ¿me pueden decir qué universidad de qué país podrá querer a nuestros jóvenes?
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