No hay baile sin permiso

Una de las decenas de preguntas que dejó el golpe a Prosegur de Ciudad del Este es si los efectivos de la Policía Nacional destacados en la zona facilitaron o no el trabajo de los asaltantes. Al menos eso manifiestan todos los analistas (empíricos y profesionales) cuando se refieren al asunto.

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Creció aún más la duda cuando al cruzar al lado brasileño gran parte de la banda fue aprehendida con una porción del multimillonario botín y los armamentos con los que en el lado paraguayo se le “rebasó” a nuestra policía.

Tan efectivo fueron los asaltantes que ni una bala de refilón han recibido de nuestros uniformados, que según algunas imágenes que recorren por las redes sociales también dispararon, y a mansalva. Y la duda persistirá porque ninguna investigación seria hará el Gobierno al respecto.

Lo que no cabe ninguna duda a ningún ciudadano paraguayo es que no hay baile sin permiso. No se roba, no se trafica, no ingresa al país un grupo comando, una dupla o un forajido del Primer Comando da Capital (PCC), sin que la Policía Nacional no lo sepa. Están en cada esquina, por las rutas está una patrullera en cada pueblito, en las fronteras, en fin, en todas partes.

Y pocos son los lugares del interior y de la capital del país, Asunción, donde no haya habido un evento de robo o asalto, tráfico de droga y hasta asesinato con involucramiento de un uniformado. Solo por recordar el caso del comisario Merardo Amarilla en el robo de un malote de Prosegur en Asunción, el del comisario Hugo Humberto López en el atraco a un chino de Salto del Guairá, donde pretendían llevar 12 millones de dólares, entre tantos otros.

En la frontera se utilizan libremente vehículos robados del Brasil, incluso por los propios agentes policiales. Estos que circulan en rodados de origen irregular jamás son parados en los controles o por las patrullas porque pagan un “peaje” en la “instancia pertinente” de la Policía Nacional para no ser molestados.

En el tráfico de drogas existen agentes directamente involucrados que sus propios jefes los liberan para desempeñarse con los narcos.

Por tanto, el problema no está en el tipo de armamento del que disponen para enfrentar a los delincuentes, sino en la enorme corrupción que hace mucho tiempo se adueñó de los suboficiales, oficiales, jefes y hasta del alto mando de la institución policial.

rduarte@abc.com.py

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