“No me pueden hacer esto”

SALAMANCA. “No pueden hacerme esto a mí”, fue lo primero que dijo Nicolás Leoz cuando se conoció el pedido de extradición que hizo la justicia norteamericana que asegura tener pruebas de que aprovechó su paso por los organismos que mueven el fútbol mundial para obtener pagos irregulares; es decir, cobrar coimas. Ante su asombrada y asombrosa exclamación cabe una sola pregunta: “¿Y por qué no?” ¿Qué podría tener su persona para que la justicia no lo investigue y que lo cite, si es necesario, para que dé las explicaciones necesarias? Más aún cuando da la coincidencia que buena parte de los directivos de las organizaciones a las que él pertenecía, se encuentran con el barro hasta el cuello. Hombres de traje y corbata; hombres que solo se mueven en vuelos de primera clase y se alojan en hoteles de diez estrellas, si es que los hubiere; hombres que pensábamos que entregaban generosamente su tiempo, su talento y sus esfuerzos en nombre de un deporte que apasiona a millones en todas partes del mundo. Ahora lo entendemos: solo les movía el interés de meter la mano en la lata y encontrarse que allí había varias otras manos. Pero como el dinero era mucho, alcanzaba para todos.

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El escándalo es de tal tamaño que puede darnos a entender muchas cosas, como por ejemplo, ahora nos enteramos de que el edificio de la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) tenía inmunidad diplomática (se la acaban de retirar). Habría que averiguar de quién fue la idea, dónde se discutió el tema, quiénes defendieron y quiénes aprobaron esta decisión, que debe figurar, por derecho propio, dentro de los anales de los grandes disparates nacionales. Se me plantea un problema: en el caso de ser un perseguido político, ¿puedo asilarme en el lujoso edificio que tiene la Conmebol en Luque? Y todas las federaciones futbolísticas del continente ¿tienen que pedir que se me otorgue el salvoconducto y todas esas federaciones deben darme el asilo necesario? No, no es un disparate simple; es un disparate superlativo. Como seguidor del Cerro Porteño, exijo que a sus instalaciones de Barrio Obrero también se le otorgue la inmunidad diplomática que le corresponde por el grado de popularidad y la cantidad de seguidores que tiene y como una manera eficaz de impedir que los de las “barras bravas” del Olimpia, entren cuando quieran. ¿Estoy delirando? No, esto es exactamente lo que han hecho nuestros legisladores con el local de la Conmebol.

Ese ostentoso edificio, que parecía ser la dádiva generosa de los dirigentes deportivos, era, en realidad, la sede de la corrupción. Y ahora, en lugar de esas ridículas columnas con una pelota de fútbol en lo alto, ¿qué pondrán? ¿Un par de manos esposadas? ¿Unas rejas carcelarias? ¿O la silla eléctrica? Porque se ha robado; y se ha robado mucho. Las cifras que circulan están en millones de dólares. Y un millón de dólares equivale a ¡5.000 millones de guaraníes!

Sin olvidar el costo del dólar, se ha sabido que una sola empresa, Teledeportes Paraguay SA (Tigo) deja a la Asociación Paraguaya de Fútbol más de 70 millones de dólares (80 según su actual presidente) en contratos a diez años. Vale decir: 8 millones por año. Juan Ángel Napout, expresidente de la APF, está señalado por el FBI de los Estados Unidos de haber recibido, durante su administración, 7,5 millones de dólares en sobornos. Mientras Nicolás Leoz contrató a un “bróker”, en Estados Unidos, para que le maneje un portafolio de 40 millones de dólares que incluye inversiones en todo el mundo.

Pocas veces la prensa europea se ocupa de Paraguay. Sencillamente no existimos para ella aunque en algunas oportunidades esto es mejor, así nos evitamos pasar vergüenza en nuestros círculos de conocidos. Pero desde que estalló el FIFA-Gate, como se le llama ya al escándalo de los empresarios futbolistas, Paraguay ocupa un lugar de preferencia en todas las noticias, no solo por la cantidad de dinero que se ha “distraído”, sino porque estamos a punto de provocar un problema diplomático a nivel internacional. El próximo mundial se jugará en Moscú y se habla que fue una maniobra de Putin, mediante sobornos, pues le interesa la competencia para distraer la atención de los graves problemas internos que enfrenta su Gobierno y como una manera de limpiar su imagen ante los otros países, bastante deteriorada por su política de agresión en Ucrania y Crimea. Y después la gente exclama: “No pueden hacerme esto a mí”. Bien embarrada la tienen.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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