Palma, un mercado de arrabal

Más de cien años atrás el corto trecho de la calle Palma entre 14 de Mayo y Alberdi se convertía en el “Petit Boulevard” con los adoquines de madera. El experimento, aunque aristocrático, duró poco porque muy pronto los raudales se lo llevaron por delante.

Cargando...

Para 1920, la principal arteria asuncena se había convertido en un punto de encuentro, un centro neurálgico de la urbe, de toda la sociedad asuncena con sus concurridas tiendas y locales, sus tertulias y barras de café.

En la década de los 60 y 70 las palmeadas se volvieron una tradición sabatina que convertía al Centro Histórico de Asunción en una fiesta. Entonces, surgió la idea y el proyecto de una calle peatonal.

Todos los intentos fueron vanos y ningún plan prosperó porque la calle, que debía ser para goce y disfrute de la ciudadanía se convertía en un mercado persa. Así, quienes menos disfrutan de la mentada “peatonal” son la ciudadanía y los propietarios de tiendas. Por demás, todos los proyectos se imponían desde arriba, nada se discutía con los protagonistas.

Ahora la Municipalidad de Asunción repite el error y, antes que jerarquizar y devolverle su esplendor a Palma, la condena a la ruina y la miseria.

En mayo de este año se hizo un “mosaico pictórico” en una de las cuadras vueltas peatonal. En principio, todo parecía muy bien por el arte y la cultura. Pero pronto, las autoridades municipales –que están en campaña proselitista– se “olvidaron” de la ciudadanía y dieron rienda suelta al populismo barato.

Los empresarios de la calle Palma, y por tanto la gente a quienes dan trabajo, sufren las consecuencias de la improvisada “peatonalización” que no resulta tal, sino una feria informal.

La ciudadanía merece espacios abiertos de libre tránsito para caminar y la Municipalidad de Asunción podría empezar mejorando las destrozadas veredas, un sempiterno problema de la Capital que se arrastra por décadas.

Los proyectos y medidas comunales deben ser realistas y sensatos. No se puede instalar un zoco marroquí, una feria ambulante como si fuera un plan urbanístico.

Calles peatonales existen en todas las grandes ciudades del mundo, pero se las respeta. Se restringe la presencia informal, se tienen reglas claras y leyes parejas.

Aquí la calle Palma es un “prostíbulo” de productos ilegales y falsificados. La misma Municipalidad alienta la oferta de ropas usadas –muchas de ellas tal vez ingresadas al país bajo la figura de donaciones– y mercancía de contrabando.

Palma debe ser peatonal los fines de semana para el arte y la cultura, la gastronomía y la artesanía. En fin, para la ciudadanía y la industria turística. No para llenarse de taperas que ofrezcan buhonerías.

Alguna vez hay que desterrar el carnaval de la informalidad para que el Centro Histórico recupere su esplendor y no sea un arrabal.

pgomez@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...