Patria contratista

Hay serios problemas con los semáforos de Ciudad del Este desde hace muchos meses. Y los esteños preguntan insistentemente qué está pasando: Algunos apagados, otros intermitentes, y la ciudad que colapsa en el tráfico desordenado de sus horas pico –e inclusive fuera de ellas–.

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Como aseguraron que se hará una adquisición que ya fue consumada, llamamos al empresario que proveerá semáforos para la ciudad a hacer las preguntas que queríamos saber. El monto de la operación, equipos que proveerá, para qué intersecciones, plazo de cumplimiento. Aprovechamos y preguntamos si también había proveído en otras ciudades (Villarrica), y el cumplimiento en ellas; si se había anulado otro intento de licitar en una tercera ciudad (Hernandarias).

El señor se incomodó.

Dijo que si las preguntas y comentarios eran políticos, él iba a cortar.

Me quedé en silencio un rato y luego le expliqué –lo más educada y amablemente que me salió– que si el señor quiere hacer negocios con el sector público, tendrá que acostumbrarse a dar respuestas al público sobre lo que se hace con los fondos públicos. El que no quiera responder o explicar, debería limitarse a hacer negocios en el sector privado. El sector público está obligado a la transparencia y hay datos del sector privado involucrado en una operación pública que están obligados a hacerse públicos.

Es una ecuación lógica y que funciona en todas las sociedades desarrolladas. Solo aquí –cuando preguntamos– piensan que lo hacemos por opositores, disidentes, amargados, metiches, traidores y contreras. El preguntar, averiguar y consultar les molesta, les incomoda e inquieta.

En otras comunidades con mayor conciencia de sus derechos, a ese seguimiento lo llaman control público o contraloría ciudadana. Y en materia periodística, es la esencia de nuestro trabajo: Preguntar y reclamar respuestas. Monitorear, escarbar y sacar al sol lo que se intenta ocultar, generalmente pagado con dinero proveniente de los bolsillos de los contribuyentes.

Hemos tenido ya demasiado de la patria contratista.

La que está integrada por empresas proveedoras del sector público que se han enriquecido con negocios insólitos financiados con dinero ciudadano. Varias de estas empresas se han creado solamente para facturar al estado, han nacido, crecido y se han multiplicado con dinero público. Otras tienen entre sus clientes mayoritarios al sector público aunque comercien con el sector privado.

Si van a hacer negocios con el sector público, acostúmbrense a las preguntas y al reclamo de respuestas. Es parte del juego de ese mercado. Y nada tiene que ver con la privacidad, la intimidad y el derecho al manejo privado del negocio cuando este intercambio comercial involucra al dinero de la gente.

Negocios públicos, beneficios privados. Vicios privados, alegría de los servidores públicos. Algún día se cortará esta espiral tenebrosa que hace que unos pocos tengan tanto... y el resto se joda.

mabel@abc.com.py

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