Paz y progreso

Con los datos extraoficiales de la Justicia Electoral, Paraguay tiene un nuevo presidente electo que derrotó a una oposición no suficientemente unida como para aprovechar los bolsones de descontento y frustración existentes en la sociedad con la actual cúpula política nacional.

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Las elecciones en sí son, desde luego, insuficientes para derrocar al régimen de corrupción y mafia mientras subsista este sistema partidocrático de elección por listas sábana, mientras los más encumbrados magistrados se inclinan ante las botas cívicas de los caciques que se turnan en las cúpulas partidarias para llenar por turno sus faltriqueras y cargar el presupuesto de la nación y de los gobiernos regionales y municipales con jugosos sueldos y beneficios a parientes cercanos y lejanos, además de autoasignarse privilegios con recursos malhabidos.

Con estos remos la ciudadanía tendrá que remar durante el próximo quinquenio, sin posibilidad alguna de cambio que no sea el usual uso de tecnologías de punta y el crecimiento económico cuyo derrame hacia abajo solo llega hasta una clase media alta y nada a los estratos sociales mas bajos. Esto se traduce y se traducirá en mantener la precarización de los servicios públicos, en especial el de salud pública, que ya tiene muy fatigada a la población del sector carenciado.

Creo que Marito puede tener un discurso moderno, tal vez algunas que otras actitudes incluyentes, decisiones efectistas para impresionar bien, pero no le pidan que se apee de sus antiguas y nuevas relaciones con el stronismo. No obstante es obligatorio pedirle que no reivindique más las “bondades” del dictador y que por el contrario haga todo lo posible para sepultar para siempre esa nefasta mentalidad, mejor aún esa repulsiva práctica totalitaria.

Aunque todavía faltan datos, extraoficialmente se informa de un Senado sin mayoría propia, pero a solo cinco o seis bancas para que el oficialismo pueda armar una mayoría simple, en sociedad con antiguos aliados coyunturales, como los miembros de Unace, algunos liberales disidentes y de otras minorías.

La gran incógnita en el equipo ganador será determinar la verdadera paternidad del triunfo, que sin duda será reclamada por el actual presidente Cartes, a pesar de haber sido derrotado en las internas de su partido. Horacio Cartes seguirá “siendo el rey” luego del final de su mandato y nada parece indicar que renunciará a la reelección a través de una previa reforma constitucional que será parte de la agenda próxima.

Está por verse si el temperamento y el liderazgo de Mario Abdo lograrán mantener quieta la interna colorada y al mismo tiempo agilizar la gestión del Estado, algo para lo cual debe aún aprender muchas cosas.

La oligarquía empresarial se mantendrá quieta pues conoce el oficio del Partido Colorado para dar gobernabilidad al país con una estabilidad basada principalmente en su mayoría y en el reparto prebendario y clientelar de los bienes y negocios del Estado. Los sindicatos y movimientos sociales continuarán sacando ventajas de las debilidades políticas y enormes vacíos programáticos en la materia global de pobreza y desigualdad. No obstante, deseo que Marito pueda hacer lo suficiente para impulsar la paz y el progreso de este país, no como la propaganda política que conocemos del dictador sino como metas cumplidas en su gobierno democrático.

ebritez@abc.com.py

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