Peligros de amnesia y falta de acción

La presidencia de Mario Abdo Benítez transcurre, hasta ahora, en una suerte de remanso pero, en la medida que la gente vea que no llena sus expectativas y que no significa el cambio que prometía, la situación puede cambiar drásticamente.

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La ventaja que tiene aún es que su principal antagonista, el expresidente Horacio Cartes conserva la mala imagen con la que concluyó su mandato, hace unos pocos meses.

Pero la memoria de la gente sobre la conducta de los políticos a veces es efímera y las dificultades inmediatas pueden hacer que muy pronto distorsionen y embellezcan lo que antes criticaban.

Hasta ahora, están muy presentes y asociadas al expresidente las imágenes del intento de reelección vía enmienda, con el bochornoso “firmatón” y el terrible asesinato a manos de la Policía del joven dirigente Rodrigo Quintana en la sede del PLRA, un caso de terrorismo de Estado que, hasta ahora, le ha salido gratis al anterior gobierno.

Más recientemente, saltaron al tapete las consecuencias del inconcluso proyecto de metrobús que a esta altura parece más bien haber sido diseñado para crear problemas antes que soluciones en el tránsito vehicular.

Ni qué decir, las revelaciones surgidas sobre los vínculos de HC con su “hermano del alma” Darío Messer, “empresario” prófugo de la Justicia, acusado de integrar un esquema de lavado de dinero a nivel internacional.

La imagen del Cartes de los últimos meses de su mandato fue la de alguien masticando amargamente la derrota de su delfín en las internas, quejándose de la ingratitud de los colorados a quienes echaba en cara que les devolvió el poder luego de la llanura entre los años 2008 y 2013. Fue también la de un presidente que amenazó con balines de goma a jóvenes que se manifestaban en las plazas de la Capital.

También queda aún el recuerdo de la humillación de un presidente que sufrió derrota tras derrota, poco antes y después de salir del poder. No pudo siquiera renunciar a su cargo como planeó, porque se lo impidieron. No pudo poner la primera mujer presidenta, como era su deseo y, finalmente, no pudo asumir como senador electo.

El exmandatario, luego de la asunción de Abdo Benítez, optó por lo más práctico: desaparecer del mapa por un tiempo. Una movida habitual de los políticos con mala imagen.

Lo llamativo, tal vez, es que tan rápidamente haya vuelto a asomar, eligiendo un escenario amigable para él, como es el del ambiente futbolístico. Pero también se animó ya a incursionar en el terreno político-partidario, con la convocatoria a sus fieles a una reunión en su casa y posteriormente en un acontecimiento social, como testeando el ambiente.

Posiblemente, Cartes esté pensando adelantar su vuelta al ruedo político. Si lo hace, es porque cree que su adversario se desgastará más pronto de lo que él creía. El expresidente cuenta con algunas ventajas, como el de ser propietario de algunos medios de comunicación que, más allá de consideraciones sobre su poderío, mal que mal, sirven para instalar algunos temas.

Otra ventaja es que, hasta ahora, Cartes se ha salvado del cuestionamiento directo de la ciudadanía, por vía de los escraches. Sin embargo, sus salidas públicas fueron en ambientes favorables. Es una incógnita cuál puede ser la reacción de ciudadanos que no tienen vínculos ni le deben nada o que, inclusive, tienen una mala opinión de su gestión. 

Más allá de los planes del cartismo, al presidente Abdo Benítez se le terminará raudo el crédito, si se ve que utiliza la presidencia para cuestiones como la de ir con amigos y familiares a visitar al Papa (como hacía Cartes, casualmente) y si no interviene pronto y decididamente para dar respuesta a los problemas reales de la gente.

mcaceres@abc.com.py

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