Por una mejor política

La política como actividad inherente a la naturaleza humana es un modo en que el ciudadano interviene en los asuntos públicos, haciendo uso de su opinión, manifestación, voto y otras formas de participación.

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La política tiene notable influencia sobre la sociedad.

En su expresión práctica, la política se justifica por el dictum “por sus frutos los conoceréis”.

¿Hay una mejor justicia? ¿Existe igualdad ante la ley? ¿Están protegidas la vida, la libertad y la propiedad? ¿Son de confianza y de honorabilidad los funcionarios electos y administrativos?

Si en una sociedad prevalecen la falta de credibilidad y representatividad de los políticos y gobernantes, la opinión pública muestra desprecio hacia ellos como también se propaga la apatía ciudadana.

Los ciudadanos de esa manera caen presa de la resignación y el electorado acepta la adversidad como algo imposible de revertir.

Se relegan los sueños e ideales. Parecería que solo algunos están hechos para hacer política.

Este escenario conductual es el mejor caldo de cultivo para los que solo viven de la política.

Como cortados por la misma tijera, aparecen y pululan los demagogos y populistas. Todos ellos predican el engaño del facilismo mediante políticas públicas de sacar a unos para repartirse riquezas y privilegios entre los que pregonan esas medidas y sus cada vez más holgazanes clientelas.

Fue este panorama el que llevó al eminente pensador liberal y político irlandés Edmund Burke a decir: “Lo único que necesita el mal es que los buenos no hagan nada”. De lo que se trata no es dividir a la sociedad, se trata que la política sea un espacio a ocupar por gobernantes que defiendan ideas, honestos, dispuestos a defender el imperio de la ley, la propiedad privada, la economía libre, e impedir que los delincuentes se salgan con las suyas.

Lo que hoy tenemos se ha vuelto insoportable.

Se han adueñado del poder los enemigos de la sociedad libre, honesta y trabajadora. Llegaron y se perpetúan en el poder a través del modelo electoral de las listas cerradas. Estos verdaderos bárbaros no solo se alzaron con el dinero de la gente como ladrones a plena luz del día, se enriquecieron además abruptamente hasta cambiar ostentosamente sus estilos de vida, de sus familiares y cómplices. Esto es demasiado diferente con lo que pasa con el hombre y mujer común de la calle, los que se esmeran a diario por llevar el pan a la mesa de sus hogares y que recién luego de años de trabajo, estudios y de sobreponerse a tropiezos y desdichas van consiguiendo un mejor nivel de vida.

El desinterés por los asuntos públicos y las ideas no cambiará el actual derrotero de la política, sino que la profundizará todavía más. La apatía y la resignación están prolongado un tipo de política cada vez lejos del control popular.

(*) Currículum UniNorte. Asesor de la Asoc. Paraguaya de Universidades Privadas (APUP). Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo.”

vzpavon@yahoo.com

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