Preparativos para el post-cartismo

La iniciativa del vicepresidente Juan Afara y algunos diputados colorados de organizar una reunión de “análisis” de las recientes elecciones municipales y reservarle a Horacio Cartes el papel de invitado de lujo, es una primera muestra de las movidas políticas que habrá de ahora en más en el oficialismo, preparándose para un escenario post-cartista.

Cargando...

El hecho de que se hayan grabado subrepticiamente las conversaciones de esa reunión es un adelanto de que las delaciones y maquinaciones de todo tipo estarán a la orden del día en este proceso.

A esta altura, cuando está ya avanzada la gestión del Ejecutivo, sin los grandes resultados que prometían y cuando, al mismo tiempo, las elecciones del 2018 está tan lejanas todavía, difícilmente alguien del entorno presidencial se anime a señalarle errores y revelarle que cunde entre sus mismos partidarios una desazón y una desconfianza creciente por el manejo que tiene del poder. Por más que esa sea la cruda realidad.

El vicepresidente Afara, uno a quien las múltiples responsabilidades de su cargo no le impiden tener mucho tiempo libre para dedicarse a la conspiración creativa, apareció como el primer adelantado que se lanza al ruedo de la disputa por la futura candidatura presidencial. El funcionario repite así la historia de todos los vicepresidentes, desde el año 1993, que hicieron lo imposible por capturar el poder.

Varios otros candidatos están agazapados, calculando el momento adecuado para lanzar una estocada. La duda que se instalará con el correr de los meses entre algunos de los aspirantes es si será más rentable (en términos políticos) ser el candidato de Cartes o el anti-cartes para el 2018.

La posibilidad de instalar la reelección presidencial sufrió un duro golpe en las elecciones pasadas, lo cual asegura al mandatario el inicio de una pérdida de autoridad. No obstante, seguirá conservando el poder real (o institucional), además del poder de facto que le da su fortuna personal. Ambos ingredientes le posibilitarán ser el “gran elector” de su partido para definir quien lo sucederá en el cargo (o que, al menos, contará con su respaldo para aspirar a serlo).

El problema es que la historia política del país, desde la vigencia de la actual Constitución, revela que nunca un candidato presidencial que contase con la bendición del mandatario saliente resultó triunfador en las elecciones. Más bien, se dio siempre lo contrario: para tener alguna posibilidad de éxito, el candidato del oficialismo debió siempre diferenciarse, en forma manifiesta, de su predecesor.

El acelerado desgaste de la figura del actual mandatario, la repetición de frases desafortunadas en cada conferencia de prensa (la fallida figura de “el vaso medio lleno” en su última intervención se ligó directamente en las redes sociales con una de sus aficiones personales) presagian que la situación se repetirá en las próximas elecciones y ser el candidato “del presidente” más bien será una desventaja para cualquiera.

La dirigencia del Partido Colorado se encuentra así en una coyuntura palpitante: Cartes tiene el poder, pero se va erosionando en forma acelerada. Algunos dirigentes que aspiran a la sucesión sueñan con tener su apoyo. Consideran inútil enfrentarlo en estos momentos y quieren creer que hay tiempo aún de que se vean algunos éxitos de gestión. Otros dirigentes consideran imprescindible e inevitable ir despegándose de la figura del mandatario y bajarse del barco antes de que sea muy tarde. En ese grupo, no todos coinciden sobre cuál será el momento adecuado.

La carrera está lanzada, justamente en un largo año 2016 en el que no hay cuestiones electorales a la vista, pero en el que el oficialismo y la oposición están obligados a delinear sus estrategias y sus jugadores para la disputa del 2018.

mcaceres@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...