Promesas electorales

Las mismas mentiras de siempre reaparecen en los tiempos de proselitismo electoral. Como ahora estamos en plena campaña para los comicios internos de los partidos en diciembre próximo, los candidatos de diversos colores emiten discursos bastante similares e igualmente poco novedosos. Para la ciudadanía, el problema consiste en cómo creer a los políticos hoy si hablan de lo mismo que prometieron hacer pero nunca lo hicieron.

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Los eternos discos rayados giran en torno a dar prioridad a la educación, preocuparse por la salud pública, crear fuentes de trabajo, ayudar a los habitantes más pobres, construir casas para los humildes, apoyar a los pequeños y medianos agricultores y empresarios, combatir la corrupción, eliminar el peligro del EPP, aumentar la seguridad en la vía pública, etc.

Lastimosamente, los discursos aguantan todo. Un político habla de la necesidad de un estado de derecho y es el mismo que no se presenta a declaración indagatoria en un juicio por fraude que empezó hace tres años. Un candidato proclama su firme voluntad de acabar con la corrupción cuando es conocida su vinculación y sus negocios con el narcotráfico. Otro postulante dice que hay que achicar el Estado, pero él ha colocado en cargos públicos a toda su familia, a parientes y correligionarios.

Otra veta muy explotada en los discursos son los proyectos de realización imposible. Ahora está de moda hablar de una computadora por cada niño escolar. Propuesta mentirosa porque no hay fondos para comprar 500.000 computadoras, en la mayoría de las escuelas no hay acceso a internet, en las aulas no hay enchufes de electricidad para tantas máquinas y, lo peor, miles de maestras jamás usaron una laptop y son incapaces de enseñar nada de informática.

Otra mentira: buena y gratuita atención de la salud pública para todos. En muchos hospitales y centros de salud, ni siquiera tienen médicos, no hay remedios y, menos aún, equipos e insumos para análisis químicos y diagnósticos por imágenes. Cada día siguen muriendo niños por enfermedades que pudieron prevenirse.

“Pobreza cero”, “Hambre cero” y “Deforestación cero” son simples eslóganes publicitarios para engañar a ingenuos e incautos. El año pasado aumentó el número de pobres, el Estado sigue subsidiando a familias hambrientas con el programa “Teko porã” y, según organizaciones locales e internacionales, la deforestación continúa matando bosques en el país.

La agricultura es la base de la economía nacional y la fortaleceremos cien por ciento, afirman los candidatos. Sin embargo, el tiempo pasa y cada año tenemos varias marchas de los labriegos en demanda de ayuda financiera, asistencia técnica y protección contra el contrabando de productos agrícolas.

Para qué seguir con las falsas promesas si, seguramente, el lector ya las conoce. Cabe pedir a los políticos que cambien el chip y, en vez de describir países fantásticos e inexistentes, prometan cosas más pequeñas y menos maravillosas pero al menos realizables a corto y mediano plazo.

ilde@abc.com.py

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