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¿Cómo se llama la película? La verdad, como esta era gubernamental, recién comienza, todavía no tiene nombre. Pero sí tiene toda la pinta de que podría tratarse de una de terror.
A toda costa, Abdo Benítez ha basado su campaña y los que son sus primeros días de gobierno en tratar de desmarcarse de la sombra stronista y autoritaria que lo circunda.
Sin embargo, si a una semana y media de llegar al poder ya afloran estas conductas totalitarias, es cuando menos preocupante pensar en la evolución y consecuencias que pesarían sobre quienes tan siquiera piensen en uso de su libertad de expresarse. Si algo de bueno (¿?) tuvo su antecesor, fue promulgar la Ley 5282, de Acceso a la Información Pública. El “detalle” es que se olvidó de cumplirla.
De las tres escenas, la que más preocupa es la de Reinoso, pues apunta a que las anteriores, si volviesen a ocurrir (y ocurrirán), no puedan hacerse públicas, censura mediante.
La ciudadanía debe tener los ojos bien abiertos ante las intenciones de este gobierno de regular a los medios de comunicación. Está en ciernes la creación del Ministerio de Comunicaciones. Excusa para censurar.
Que la libertad no se corte. No al castigo injusto a adolescentes. No a los garrotes. Y no, definitivamente, no a la censura.
Con Cartes se tenía la esperanza de que con un buen gobierno lavaría su imagen (de que lavaba otra cosa) y se desmarcaría de su oscuro pasado. Eso no pasó. Abdo Benítez tiene la oportunidad de reivindicar la memoria histórica. Si ese es verdaderamente su objetivo, poco favor le hacen estos brotes de autoritarismo.
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