Qué predice la bola de cristal

No hacen falta el oráculo de Delfos, una pitonisa ni la famosa bola de cristal para tener la clarividencia de cómo nos irá, en términos políticos, en el período presidencial a punto de iniciarse. Los colorados en el poder seguirán teniendo una fuerte puja entre los abdistas y los cartistas.

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Los enfrentamientos internos han sido una constante a lo largo de la historia de los dos grandes partidos tradicionales. Incluso durante la larga dictadura stronista, hubo movimientos disidentes con el oficialismo como el Mopoco, el ynsfranismo, los tradicionalistas con Argaña serruchando la silla al Cuatrinomio de Oro y el rodriguismo que tumbó al sátrapa.

Entre los liberales, desde los tiempos dictatoriales se disputaron migajas del poder los geniolitos, los levirales, los radicales, los lainistas, los franquistas y, más recientemente, los llanistas y los efrainistas.

En los meses venideros, el abdismo ocupará el sillón de los López y tendrá la lapicera presidencial, en virtud de lo cual constituirá el sector partidario de mayor poder coyuntural. La mayoría de los dirigentes colo’o, acostumbrados a encaramarse al carro del vencedor, se acercarán al movimiento Añetete pescando cargos o negocios en las instituciones oficiales.

Sin embargo, el cartismo no se quedará con los brazos cruzados. Su alfombra de verdes billetes es amplia y tentadora, de modo que Cartes, por ahora, hace una retirada estratégica, pero como tiene resto suficiente en lo económico, reagrupará sus tropas para mantener su figura en la escena política y volver al ataque, primero, en las internas de la ANR y luego en los comicios generales del 2023.

Los liberales entrarán en una seria y profunda crisis azul. El oficialista efraínismo ya perdió en dos elecciones presidenciales y la figura del titular ha sufrido un fuerte desgaste ante la opinión pública. La oposición, liderada por Blas Llano, no está en mejores condiciones. Los llanistas se ganaron la fama de ser demasiado amigos del dinero y es como si su posición política estuviese siempre a disposición del mejor postor. Su líder está demasiado pegado a Cartes y esa es una mancha difícil de limpiar. Para las elecciones del 2023 habrá que buscar caras nuevas en forma urgente.

En el Frente Guasu, la bola de cristal no nos muestra nada nuevo. El único capital que tiene es su líder, Fernando Lugo, que mantiene una buena imagen en los segmentos más pobres de la población pero un nítido rechazo en las clases media y alta. Mientras no se cambie la Constitución, él no puede volver a candidatarse a presidente, de modo que continuará liderando la tercera fuerza en el Congreso, lo cual no es poca cosa al saber negociar con tirios y troyanos, como ya lo vino haciendo en los últimos cinco años.

Los partidos pequeños tratarán de afianzarse en el espacio ganado, identificarse con perfil propio y crecer, si pudieren.

Lo que también puede predecirse es que los medios de comunicación y las redes sociales tendrán cada vez mayor peso político, lo cual es conveniente para la sociedad como ejercicio del cuarto poder. La opinión pública debe tener voz y voto en los temas de interés nacional.

ilde@abc.com.py

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