“Selección regional”

Al ponerse en marcha la competencia electoral, los actores de la sociedad se ven absorbidos por el fanatismo. La pasión del momento enceguece a gran parte de los potenciales electores, que marcha alineada a sus colores buscando un triunfo que solo servirá a las cúpulas.

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El resto de la población, que no se ve representada por candidatos cuyo único mérito es estar fuertemente ligados a algún “cacique”, no encuentra motivación para acudir a las urnas. Los nombres que surgen para acceder a los puestos de decisión en los 16 distritos del departamento de Ñeembucú fueron digitados en reuniones de los “dueños” de los movimientos predominantes de los partidos políticos.

Las autoridades y sus “caballos”, ni por asomo mencionan alguna propuesta de cambiar el triste panorama de pobreza y exclusión que viven la mayoría de los habitantes del Ñeembucú. Solo reiteran una y otra vez la expectativa de triunfo que les otorga la “alianza” de los mandamases; esos que reparten cargos y beneficios entre sus parientes y socios comerciales, en desmedro de la gran mayoría de la población.

Mientras se multiplican las taperas por el éxodo incontenible de los que ya no encuentran fórmulas para sobrevivir trabajando honestamente, crecen las mansiones y estancias de los privilegiados, los políticos y sus protegidos, dueños de las empresas lícitas e ilícitas más prósperas de la zona. Estos “empresarios amigos”, que contaminan los ríos con el ordeño de combustible y lucran con la agonía de una juventud consumida por las drogas, son los “mimados” del poder regional.

Antes aseguraban las elecciones aportando combustible, repartiendo bolsas de víveres y comprando cédulas de electores para ganar la impunidad, ahora son los elegidos en la “selección regional” de futuros intendentes y concejales. ¿Qué esperanza de redención puede tener un departamento que pase a ser totalmente dominado por ordeñadores de combustible, narcotraficantes y autoridades corruptas? NINGUNA.

Únicamente la reacción colectiva de los que no se resignan a vivir sometidos a la delincuencia puede abortar este proceso. Un territorio sagrado como el Ñeembucú merece un mejor destino.

 

clide.martinez@abc.com.py

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