Señora Quinua

El presidente boliviano, Evo Morales, fue nombrado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) embajador de la quinua, “el superalimento”. Como una Miss, o mejor, como una princesa andina, la quinua será soberana en el próximo año, es decir se divulgarán sus propiedades y se hará conocer al mundo. Más allá de las disputas, mayoritariamente estériles, sobre ideologías políticas, tenemos ahora un tema riquísimo para conocer sobre soluciones naturales para las poblaciones que sufren mala nutrición y desnutrición.

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Este grano que sorprende a los nutricionistas más avezados, es originario de la zona del altiplano andino, los indígenas lo cultivaban hace más de 3.000 años a orillas del lago Titicaca y constituía uno de sus alimentos principales. Los europeos que llegaron a América tomaron maíz y papa, pero hicieron a un lado a una de las semillas más valiosas a nivel nutricional: contiene el doble de proteínas que los cereales habituales, menos carbohidratos, vitaminas del grupo B, muchos minerales y grasas saludables. Previene el cáncer de mama y la osteoporosis. La noble quinua no tiene colesterol, no forma grasas en el organismo, no engorda, es de fácil digestión. Y por si fueran pocas virtudes: su cultivo es natural y económico (no requiere plaguicidas ni fertilizantes). Bolivia es su mayor productor, lo cultivan más de 70.000 unidades campesinas y pequeños agricultores; también se cultiva en los Andes de Perú (que es el segundo productor mundial), Argentina, Chile, Colombia y Ecuador, asimismo en Brasil y EE.UU. Además se experimenta su cultivo en Europa, Asia, África y Australia. Lo que se dice una expansión positiva.

Ante el alarmante avance de la obesidad por un lado y la desnutrición por el otro, la quinua nos trae esperanzas. Es tiempo de revalorizar nuestra ascendencia indígena y sentirnos orgullosos de la sabiduría de los pueblos precolombinos, villanamente acallada por la prepotente cultura de la enfermedad.

En Paraguay no muchos conocen este cereal, pero quienes hayan probado la quinua pueden dar testimonio fiel de su exquisitez. Se puede preparar como pasta (sustituye muy bien a la harina de trigo), se utiliza como acompañante para carnes, también se hace como sopa o con leche, huevo y queso.

Además se utiliza medicinalmente como cicatrizante y analgésico. La quinua, era de esperar, está en la mira de la biotecnología (y dentro de las nuevas guerras empresariales por adueñarse de la biodiversidad), EE.UU. tiene patentada (desde el 94), las plantas masculinas estériles de una variedad de este cereal (Apelawa), y Francia, siguiendo la misma ambición, había pedido la patente para producir cosméticos a base de la quinua (que es antioxidante).

Vemos pues que el oro continúa en América. Este grano que hace décadas fue marginado, llamado “el alimento de los pobres, lo que comían los indios”, guarda desde entonces bondades extraordinarias como todo lo que produce la tierra que es respetada.

Paraguay, que alguna vez fue el mayor centro de conocimiento de las hierbas medicinales, tiene la misma triste historia de desprecio oficial de las propiedades naturales de hierbas y frutos como medicina de vida, prefiriendo ser un país obediente al sistema de los fármacos químicos –cada vez más invasores de las defensas del cuerpo–. Un claro ejemplo, tenemos el más poderoso edulcorante de todos los tiempos, el ka’a he’ê (Stevia), pero no somos los principales productores; Paraguay importa productos no naturales y dañinos.

Que la FAO haya impulsado popularmente la quinua es una de las mejores noticias de salud. Ojalá no esté tan lejano el día en que los productos saludables, baratos y ecológicos sean los que se promocionen con tanto énfasis y presupuesto, esa sí sería una política de salud.

lperalta@abc.com.py

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