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La política es de servicio no es para servirse ni formar grupos de poder, clanes familiares ni partidarios y menos aún para enriquecimiento ilícito ni cometer abusos de poder.
La ciudadanía concede el poder a sus autoridades para que puedan ejercer el Gobierno en representación del pueblo. En la actualidad no caben la arrogancia, la prepotencia ni clientelismo para beneficios personales.
La democracia (del griego demos que significa pueblo y kratos poder) es el poder del pueblo. Atrás deben quedar la impunidad y el amiguismo. La gente está harta de los forajidos en el poder político.
Es decir, es una obligación para las nuevas autoridades hacer lo que corresponde con honestidad e integridad y dejar de ser buitres y desvergonzados vendepatrias.
A nivel departamental, en Misiones hay muchas asignaturas pendientes en materia de salud pública, educación, obras viales y fuentes de trabajo. El problema de salud quizás sea a nivel país, de modo que el Gobierno nacional y departamental tienen mucho que hacer para poner las cosas en su lugar.
Los centros asistenciales se convirtieron en corrillos y la gente prefiere quedarse en casa antes que ir a un hospital público.
En los puestos sanitarios del Instituto de Previsión Social (IPS) ocurre lo mismo. Los asegurados ruegan por una atención y medicamentos.
Como ocurre cada cinco años, renacen las esperanzas de cambio, de oportunidades para el desarrollo económico, social y cultural.
El otro pedido unánime de la ciudadanía es la seguridad y planes de desarrollo para bajar los niveles de pobreza y extrema pobreza. También que la administración sea honesta y que los recursos lleguen a todos los sectores, en especial a la población más necesitada.
La política no es para recibir loas y aplausos, ni cometer atropellos y abusos de poder. Es un compromiso y una obligación en busca del bien común, el crecimiento y desarrollo.
rmontiel@abc.com.py