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Hacia el lado paraguayo, sin embargo, la situación está lejos de mejorar. Hoy, domingo 28 de agosto, en los hospitales públicos de Alto Paraná no se realizan estudios fundamentales, como ecocardiograma y endoscopía, pese a que los problemas cardiovasculares y los estomacales matan casi tantos paraguayos como los accidentes de tránsito.
Y, pese a ser los percances ruteros los que más impedidos físicos y fallecidos dejan, tampoco es posible hacerse una resonancia magnética gratuita; este estudio fundamental en esos casos cuesta unos G. 1.500.000 en un servicio privado.
En el hospital de Minga Guazú una mujer embarazada de su décimo bebé pedía socorro, desesperada de dolor. Sus familiares cuentan que le dijeron que debía aguantar y tener un parto normal porque, total, ya había tenido otros nueve en forma natural. Tres horas después decidieron una cesárea y para ello la derivaron al hospital regional de Ciudad del Este ¡porque no tenían ropa esterilizada para el quirófano! Falleció después de dar a luz.
En el hospital regional, que tiene un ala para accidentados, no funciona el tomógrafo porque el tubo llegó a los 9.400 disparos y hay que reemplazarlo. Y durante más de una semana no se pudieron hacer viajes largos con la única ambulancia con UTI porque se rompieron la baliza y la sirena y no había fondos para repararla. Este móvil circula sin chapa, habilitación, cédula verde ni seguro, que el Estado debe gestionar.
Esta es la realidad de la Salud Pública solo en una partecita del Alto Paraná, que deja por el suelo todos los números con los que el gobierno intenta maquillar la desastrosa gestión en un área tan sensible.
mariana.ladaga@abc.com.py