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Sin embargo, la asimetría demuestra que mientras en la vecina Posadas todo está listo, en Encarnación falta todo. Consultado al respecto el gobernador de Itapúa, Luis Gneiting (ANR), su lacónica respuesta fue: “Estamos en eso”.
Sucede que en la cabecera paraguaya del puente no se inició aún la construcción siquiera de una precaria estación para el tren. En tanto, al otro lado del río, la estructura para el paso ferroviario está lista; son unos 400 metros de longitud de hormigón armado, planificado para la duplicación de las vías tendiente a contar con un recorrido de ida y vuelta simultáneamente.
Así, volverían a utilizarse los carriles existentes sobre el viaducto internacional. En esta oportunidad, su uso sería exclusivamente para el transporte de pasajeros y aliviaría el paso fronterizo, inaugurado hace 17 años, que está sobrepasado en su capacidad. Fue construido pensando en el tránsito de unas 600.000 personas al año, pero actualmente la estadística arroja que alrededor de 9 millones cruzan anualmente.
La empresa posadeña Casimiro-Zbikoski, que realiza el servicio internacional en ómnibus, ya cuenta con las unidades para brindar dicho servicio. Fueron traídas de Holanda, con capacidad para 480 usuarios, y están paradas desde hace dos años, esperando la señal para ponerlas en marcha.
En este contexto, si las autoridades de Itapúa “se ponen las pilas” para concretar el paso ferroviario antes del próximo verano, miles de argentinos podrán visitar nuestras playas, revitalizando aún más el sector turístico. Porque hoy en día, así como están las cosas, el puente internacional es un freno para el desarrollo del turismo en la nueva capital del verano del Paraguay.
miguel.gonzalez@abc.com.py