Una apelación a la irracionalidad

El presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez, en una declaración que se pareció mucho a un recurso desesperado, llamó esta semana a sus correligionarios colorados a votar el próximo domingo “por el partido”, sin fijarse tanto en quién es el candidato en cada municipio. Se refirió sobre todo a aquellas municipalidades en las que denuncias de corrupción o muestras de inutilidad en la gestión acorralan a ciertos candidatos que pretenden la reelección.

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La arenga tiene varias lecturas. Para empezar, es un reconocimiento de que las publicaciones en los medios de comunicación sobre la conducta reprochable, cuando no directamente los hechos delictivos en que incurren muchos personajes políticos, ya no quedan tan impunes como en otros tiempos, en los que todo se podía tapar con dinero o con amenazas.

Apelar a que la gente vote únicamente por el “color” o el partido, como si de un equipo de fútbol se tratara, revela una absoluta carencia de argumentos racionales para convencer al electorado. Es más, es un reconocimiento de que no hay ninguna buena razón para elegir a ese candidato, más que el de ser “del partido”.

También implica esa declaración tener una opinión muy pobre del electorado en general y de los de su partido en particular. Es considerar que no tienen posibilidades de razonar para elegir bien y que lo único que pueden hacer es cumplir una orden y votar por quienes votaron siempre. No importa que sobre el candidato propuesto existan serias sospechas de que sea un delincuente, un narcotraficante o un inútil irredimible. Lo válido es que representa al partido.

Igualmente, la prédica del legislador colorado nos retrotrae a épocas autoritarias pasadas, cuando quienes pertenecían al partido y votaban por él, eran privilegiados, con empleos públicos, ayuda y con la “vista gorda” por los hechos delictivos que cometieran.

Lo dicho por Velázquez, no obstante, solo repite fielmente las actitudes y la línea discursiva del presidente Horacio Cartes y su entorno.

Contradiciendo su discursos y sus promesas anteriores, en esta etapa electoral, se ven las prácticas prebendarias de siempre para intentar ganar votos: utilización de bienes y funcionarios del Estado en campaña política, reparto de víveres y productos de primera necesidad a las comunidades más pobres a cambio de votos, acusaciones rimbombantes y sin pruebas, por el hecho de ser parientes o amigos de alguien involucrado en algún hecho delictivo.

Otro aspecto muy penoso de lo expresado por Hugo Velázquez es que ignora totalmente algunos hechos recientes que la clase política debería haber tomado como señal para comenzar a cambiar el rumbo que está teniendo nuestro sistema institucional.

Si ser colorado alcanza para pasar por alto cualquier otra cuestión, ¿cuál es la diferencia con esa permisividad que motivó que llegase a ser intendente, en representación del partido oficialista, alguien como Vilmar “Neneco” Acosta, acusado de narcotraficante y de ser el autor intelectual de los asesinatos del periodista Pablo Medina y de Antonia Almada?

El argumento de que en tiempo electoral vale decir y hacer cualquier cosa es insensato. Alguien que es capaz de todo para llegar al poder, no dudará en utilizar el cargo para su beneficio personal y el de su grupo político y no se sentirá obligado a hacer nada por la comunidad que representa.

Con esa visión de lo que es el poder y la política, finalmente, todas las mentiras, las trampas y los hechos de corrupción se justificarán por un supuesto interés superior del partido.

Eso es algo que ya nos costó muchos años de autoritarismo y atraso y que hace rato deberíamos haber dejado en el pasado.

mcaceres@abc.com.py

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