UNA, no existís

Los ranking anuales de mejores universidades del mundo y las de nuestro continente suelen pasar de largo en cuanto a registrar a alguna casa de estudios superiores de nuestro país. En el listado de los centros de estudios más destacados de todas las naciones de 2017, nuevamente nosotros brillamos por nuestra ausencia, señal inequívoca de lo mal que andamos en esta materia. 

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En un análisis realizado por especialistas en educación superior, se deja constancia de que ninguna universidad paraguaya figura en el ranking 2017 de mejores universidades del mundo, según la investigación realizada por la “QS University Ranking”. Debemos lamentar la situación porque la Universidad Nacional de Asunción (UNA) es la que recibe el mayor aporte en el presupuesto general de gastos de la Nación. 

El año pasado la UNA recibió unos 26 millones de guaraníes por cada uno de sus aproximadamente 50.000 estudiantes, una suma que, en relación a otras universidades latinoamericanas, es adecuada para solventar una buena educación. Por ejemplo, la conocida Universidad de Buenos Aires (UBA) recibió el año anterior el equivalente a 12.800.000 guaraníes anuales por cada alumno, casi exactamente la mitad de lo que se gasta en nuestro país. 

Sin embargo, en los resultados de tales inversiones, la UBA figura en el ranking de las mil mejores universidades del mundo y la UNA, no. Hay una evidente contradicción: aquí se invierte el doble por cada estudiante y los resultados académicos son peores. 

Uno de los indicadores utilizados para comparar los niveles educativos es la publicación de revistas especializadas de investigaciones científicas. Según los criterios del estudio de la empresa QS, en promedio las buenas universidades publican unos 4.700 artículos científicos en un período de cinco años, en tanto la UNA local solo logró editar unos 280 documentos de ciencia en el mismo lapso. 

Parte del problema de la UNA es que su presupuesto no refleja la realidad. Tiene en planilla más de 9.000 profesores, pero muchos de los mismos en realidad son empleados administrativos que cobran rubros docentes sin serlo. 

Otra irregularidad es que en el rubro “investigadores” hay directivos y docentes que no se dedican a la investigación, se limitan a cobrar los honorarios. Debido a ello, por supuesto que no hay revistas que publiquen los resultados de sus presuntas investigaciones. 

Una realidad limitante adicional es la abundancia de los “profesores-taxi”, los que andan corriendo de una universidad a otra para dar la mayor cantidad posible de horas/clases, de modo que a fin de mes el sueldo no sea tan raquítico. Los requeridos docentes a tiempo completo constituyen una selecta minoría y, en consecuencia, muy pocos catedráticos se dedican a la investigación. 

Si esta es la situación de la UNA, de los demás centros de educación superior, sean públicos o privados, mejor no hablar. Las universidades de “garaje” prostituyeron la educación terciaria y la tarea de saneamiento y regularización que realizan el Cones y la Aneaes está en su fase inicial; hay demasiados árboles torcidos que eliminar.

ilde@abc.com.py

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