Unirse al enemigo

Un dicho popular aconseja: “Si no puedes vencer a tu enemigo únete a él”. Es bastante cínico pero muy práctico. Pensé en esta recomendación cuando leí que se destinarían 14 millones de dólares a los policías y militares que deben –deberían– combatir al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). 

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La señalada y abultada cifra se agregaría a los más de 20 millones de dólares que el país ya sacó de sus flacos bolsillos en solo cuatro años. Para nada. Peor aún, para que aumenten el número de secuestrados y la desesperación de los agricultores de la vasta zona donde reina el EPP. 

¿Tiene sentido gastar en el mantenimiento de un rosario de delitos? ¿Se justifica tirar casi 40 millones de dólares en un experimento que fracasa cada día? 

Como no hay ninguna posibilidad –por lo menos a la vista– de causar ni siquiera un rasguño a los delincuentes, lo que debería hacerse es ofrecerle al EPP 10 millones de dólares para que dejen trabajar en paz a la gente.

El país no solo ahorrará cuatro millones de dólares de los 14 planeados. Sobre todo, se logrará que los agricultores regresen a la calma y las ganas de producir. Están con el ánimo por el suelo. Los menonitas, o parte de ellos, solo quieren abandonar sus tierras y salir del país. Ya no dan más. Los delincuentes no los pueden ver en el trabajo, menos que tengan tractores. 

Como los efectivos del EPP solo buscan efectivo, y no tienen otro propósito que seguir en la delincuencia para hacerse de dinero, es posible que 10 millones de dólares anuales les haga desistir de la acción bárbara de los secuestros y los asesinatos. 

Está claro que el EPP carece de ideología, salvo que se la confunda con la codicia y una vida sin deslomarse en el trabajo honrado. 

Los 10 millones de dólares anuales no serán para siempre. Alguna vez, seguramente, tendremos un Gobierno que se preocupe por combatir la delincuencia. En rigor, no solo el EPP desangra al país. Los muchos casos de corrupción que la prensa denuncia cada día nos ponen al tanto del nivel que ha alcanzado el antiguo “vicio” de robar al Estado con toda impunidad. Para peor, es posible que los parlamentarios que figuran como frecuentes viajeros, sin rendir cuentas de sus viajes, vuelvan a ser los más votados para seguir dañando la economía sin ninguna sanción judicial, política y social. 

Estos y otros privilegios alientan a muchas personas a conseguir un sitio en el Parlamento. No importa que sean analfabetos funcionales ni acabados ejemplos de deshonestidad. Y si son honestos, ya dejarán de serlo como senadores o diputados. Desde el primer momento se darán cuenta, y querrán disfrutar al máximo, de las ventajas de convertirse en ciudadanos de primera con el sencillo expediente de alzar la mano según se les indique desde afuera para aceptar o rechazar un proyecto de ley. Pronto, también, llenarán de parentela la función pública. 

Ahora mismo el diario Última Hora revela la escandalosa cifra que diputados y senadores gastan en viajes al exterior sin que el dueño del dinero –el pueblo– sepa los motivos ni los resultados de los paseos. El mismo diario, en su edición del martes, nos informa que “Los G. 669 millones de viáticos destinados anualmente hubieran sido útiles para paliar algunas necesidades como 10 aulas nuevas y 96 terapias intensivas”. Es así como los “representantes del pueblo”, también, hacen padecer al país cada día. 

Volviendo al EPP, hagamos rendir el dinero –el nuestro, el de todos– destinándolo por lo menos a suavizar tantas penalidades que soportan los productores del norte en manos de delincuentes comunes que encontraron la fórmula ideal de vivir sin trabajar. 

¿La otra ventaja? Que ya no crecerá el EPP en número de “combatientes”, porque los actuales no querrán compartir con nadie más el dinero que vayan a recibir. 

Los menonitas anunciaron que volverán a pagar el “impuesto revolucionario” –pomposo nombre a la más descarada extorsión– luego de un tiempo de no haberlo hecho confiados en la promesa del Gobierno de que les brindaría seguridad en sus labores. Frente a la inacción de las autoridades, o por lo menos escasamente expresada, los menonitas volverán a comprar su tranquilidad. 

En fin, con lo dicho al comienzo: “Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”. El problema es aclarar si el Gobierno y el EPP son realmente enemigos.

alcibiades@abc.com.py

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