Venezuela, la intervención posible

La noción de soberanía en la teoría jurídica y política implica la facultad de un Estado de ejercer su autoridad por encima de cualquier otro en un territorio determinado y población específica. De la misma surge la autodeterminación como el derecho de un pueblo a decidir su propia forma de gobierno, sin injerencias externas.

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En la Carta de las Naciones Unidas de 1945 la autodeterminación de los pueblos se constituyó en columna del derecho internacional. No obstante, la autodeterminación no es un compartimiento estanco, una mera cuestión del formalismo político que podría darse el lujo de dejar de lado la dignidad del ser humano.

Ya en la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano aprobada en Francia en 1789 y en 1793 se nota la influencia de la doctrina de los derechos naturales, lo que luego daría lugar a los derechos humanos como expresión universal. El respeto a los derechos personales se constituye en el cimiento jurídico político sobre el que se establece la relación de respeto entre las naciones.

¿Se encuentra la autodeterminación por encima de los derechos de los individuos a vivir en una sociedad libre, abierta al mundo y en la que las autoridades garanticen la libertad, la justicia y la paz? ¿Es el órgano denominado Estado como organización política superior a las personas, en lo referente a la preservación de la vida y de los derechos inalienables que de ella emergen?

La respuesta es que tanto la soberanía del Estado como la autodeterminación de los pueblos están subordinadas a la protección del sujeto. Es el individuo el centro de la sociedad. No es el Estado, el gobernante, el presidente, el senador o el diputado o cualquier otro los que se hallan por encima de la persona. Es el hombre libre y ciudadano el que limita el poder de los gobiernos. Si fuera lo contrario, es decir, el sujeto de la sociedad es el Estado que subordina al individuo, pues esto convertiría a las personas en apenas un medio para fines que solo pueden terminar en diversas formas de autoritarismos, tiranías y dictaduras.

Como en efecto está sucediendo en Venezuela en estos momentos, las vías democráticas para garantizar los derechos inalienables de la vida, la libertad y la propiedad en este país han quedado agotadas y descartadas. En Venezuela rige una dictadura bajo el tutelaje de Cuba que ha pasado los límites de toda tolerancia. La gente huye de sus hogares especialmente hacia Colombia, otros se quedan para sufrir a diario el desabastecimiento de alimentos básicos formando largas colas para comprar con el carnet de “revolucionarios bolivarianos” (posibilita el control estatal); con cada vez más niños en estado de desnutrición y menores de edad que practican la prostitución para ganarse un poco de dinero.

Las mismas fuerzas armadas de Venezuela están a disposición de las órdenes de los militares cubanos, al servicio del régimen. En Venezuela ya no hay Estado de derecho, derechos humanos y tampoco posibilidad alguna de un cambio en el poder. El gobierno bolivariano de Maduro aliado con el narcotráfico y a países como Corea del Norte, Irán y otros, están ansiosos por establecer una cabecera de puente en la región. La intervención en Venezuela es posible. 

(*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”. Asesor de la Asociación Paraguaya de Universidades Privadas (APUP).

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