Violencia para dividir

Los grupos feministas dispararon nuevamente el tema de la violencia contra la mujer -solo de parte del hombre-. El mismo cartel denunciando el machismo, traducido en sexismo y violencia sexual.

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Llamativamente en la Europa que nos dicen avanzada, la que ha construido una sociedad pareja, estos grupos se manifestaron por el mismo tema (¿?). No sé si nosotros, como latinoamericanos, tendremos realmente espacios para debatir las órdenes globales, ya que no será fácil concentrarnos en las raíces de nuestros problemas. No es casual que se toque una parte muy visible y vulnerable en el espíritu como es ser maltratado, porque lamentablemente el abuso existe, pero hay que desmenuzar sus causas.

Miraba un documental sobre mujeres en Camboya, donde la extrema pobreza obliga a las madres a prostituir a sus hijas; la virginidad se vende muy bien porque es considerada fuente de energía y poder para el hombre.

Luego de perder la virginidad, las chicas continúan en la prostitución para llevar dinero a la casa, esto les trae mucho dolor y rechazo social, “voy al colegio, no es fácil estudiar cuando te rechazan por prostituta”, decía una adolescente. Aún así aman a sus madres y entienden que también se prostituyeron para criarlas. Hay grandes cadenas de sexo como supervivencia.

En África hay oferta de todo tipo, resaltan las llamadas “cazadoras de blancos”, que buscan casarse con un europeo que las saque de sus penas socioeconómicas.

En México una prostituta de 70 años decía: “Lo hago desde hace 30 años, para vivir; ya no tengo nada, pero siempre hay alguien que no puede pagar mujeres más jóvenes”.

La trata de mujeres es otro tema espinoso, en el que además de víctimas hay victimarias, matronas encargadas de entregar y/o entrenar en la esclavitud sexual.

Qué decir de nuestro país, donde ocurre lo mismo: mujeres pobres sobreviven con el oficio más viejo del mundo. En este sentido son víctimas no solo del abuso de parte de ciertos hombres, sino de un sistema más que “patriarcal y opresor”, injusto económicamente y que devora también a menores de edad en situación económica crítica. Ante esto el feminismo aporta mensajes como “sé libre y abortá” (propulsan una “nueva moral”).

El feminismo contemporáneo se muestra agresivo con los que no comparten su par de ideas, demostrando haberse alejado de ópticas antiguas con motivos más creíbles, hoy es un movimiento cerrado y fanático, que, aunque llame la atención sobre dramas sociales, no propone soluciones viables; al contrario, genera conflictos sociales que llaman “lucha por la igualdad/paridad”.

No todos los casos de violencia figuran entre sus reclamos y es muy obvio. Hay madres que lloran por sus hijos caídos en la drogadicción, pero no tienen ninguna respuesta ni contención. Mujeres enfermas física y/o mentalmente, empleadas domésticas, vendedoras explotadas que conforman parte de las ignoradas.

Estamos de acuerdo en que hay que trabajar para bajar los índices de violencia, pero en todo ámbito y con pluralismo.

El feminismo actual divide y no concilia. Escasean el respeto y la educación. Si la causa es justa, se puede avanzar; o si no, no vamos a salir de lo que se viene: más violencia.

lperalta@abc.com.py

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