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Hubo un punto que me llamó la atención en las explicaciones que se dieron sobre el arriesgado rescate: los más fuertes fueron sacados en primer lugar. ¿Se echó acaso por tierra la vieja leyenda que “niños y mujeres primero”? adaptándola a la situación, obviamente. Consulté con experto guía de montaña: “Si bien era una situación complicada –un rescate inédito–, no había riesgo de vida, pues los que quedaban en la cueva no iban a morir por una cuestión de horas. Si hubieran rescatado primero a los más débiles y pasaba algo, todo el grupo se iba a desmoralizar. Fue una estrategia psicológica”. Respecto a cómo determinaron quiénes eran más fuertes, explicó: “Cuando llegaron los buzos tácticos y tomaron contacto con el grupo se dieron cuenta rápidamente quiénes estaban física y psíquicamente mejor. Esto se revela por el temple, la mirada, la actitud, en la conversación captás si la persona tiene miedo o no; los más fuertes tienen un liderazgo natural, los otros son más sumisos. A partir de ahí se hace una escala, una jerarquía de quiénes están más vulnerables”.
¿Hasta dónde es seguro un rescate sin antecedentes? “Una definición posible es que todos los factores de riesgo sean conocidos, entonces se mantienen a nivel bajo; es decir, al conocer el peligro, lo podés medir, saber qué puede llegar a pasar, o cuando la probabilidad de accidentes es poco significativa o controlable. Nunca es posible tener un riesgo cero, porque siempre vivir ya es riesgoso. En resumen, hay que considerar 3 factores: riesgo, peligro y vulnerabilidad. El peligro es objetivo, por ej. en la montaña hay avalanchas, en el mar, tiburones. Mientras que la vulnerabilidad es subjetiva: la edad de las personas, si tienen alguna enfermedad, el estado psicofísico. Para que se produzca un accidente, tiene que haber un contacto efectivo entre el peligro y la vulnerabilidad de las personas”.
Respecto a los pareceres, he leído diferentes posts que tomaban lo ocurrido resaltando lo que creían esencial: “la cueva es como el útero materno”; “los niños héroes”, “fue un milagro”; “dar la vida por otros”, etc. De lo que decía el guía, queda un retador y profundo mensaje: “Vivir ya es riesgoso”. ¿Hasta dónde sabemos determinar el peligro y nuestras vulnerabilidades en momentos límites o muy difíciles? Posiblemente nunca lo pensamos. Después de un hecho de esta naturaleza, es bueno no pasar la página. Fortalecernos integralmente (mente, cuerpo, espíritu) es una obligación de todo ser humano para sí mismo y para los demás.
lperalta@abc.com.py