Acevedo cita nombres de los narcopolíticos

“De algo hay que morir”, afirma el senador Roberto Acevedo, una vez más en el foco de la polémica luego de soltar nombres de “narcopolíticos”, en la secuela que siguió al asesinato de Pablo Medina. En esta entrevista, el político amambaiense, que se salvó de perder la vida en un atentado en 2010 (murieron dos de sus custodios), dice estar curtido por la adrenalina de la muerte.

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–El asesinato de Pablo Medina está removiendo como nunca el avispero de los narcos y sus conexiones políticas. Usted dice que están en el mismo Parlamento. ¿Quiénes son?

–Yo siempre denuncié. Lo único que conseguí fue que atenten contra mi vida y que me tilden a mí de narcotraficante. Los verdaderos narcos se ríen y encima me buscan. Me salvé por un pelo en 2010. Mis dos acompañantes murieron. Pero de algo hay que morir y si a mí me matan como a Medina, por lo menos que sirva y quede en la memoria de la gente de que yo los enfrenté.

–Se le criticó mucho porque no daba nombres.

–Es que a mí no me creen. Ellos mismos hacen campañas mediáticas en mi contra para desacreditarme. Entonces, cuando yo denuncio pasa como algo intrascendente. Los responsables de la Senad (Secretaría Nacional Antidrogas) conocen perfectamente esta sociedad con el narcotráfico. Debe haber unos cinco senadores. Entre los diputados son más.

–Usted mencionó al diputado (Marcial) Lezcano del Partido Colorado.

–Es un caso concreto que pueden investigar. Es de dominio público. Es el caso de un policía capturado en marzo de 2013 que fue liberado rápidamente.

–¿Quién es?

–(Águedo Ronaldo Lezcano Paredes). Es hermano del diputado (colorado). Lo liberó el fiscal Casaccia a pesar de haber sido capturado in fraganti con dos kilos de cocaína líquida. ¿Por qué lo liberaron tan rápido? Llamativamente el suplente, de Marcial Lezcano, confirmado por la justicia electoral, era Carlos Rubén Sánchez Garcete, alias “Chicharã”. Tiene pedido de extradición de la justicia federal brasileña. Estuvo un año en Tacumbú y tiene libertad condicional.

–Había otro caso, el diputado Núñez.

–El diputado (Ricardo Beby) Núñez (miembro del Consejo Directivo del Crédito Agrícola de Habilitación en representación del Indert) es el que va a asumir en vez de (José María) Ibáñez. Vea sus antecedentes.

–Usted mencionó a un diputado suplente, Campuzano, de Yby Yaú (Concepción).

–Según se maneja, vox pópuli, está metido en ese mundo. Su padre se quemó el rostro, casi murió, bajando mercaderías de una avioneta. Ellos son de Pedro Juan. Hoy anda por Concepción, Horqueta. No creo que esté en Yby Yaú. Es el suplente del diputado (colorado) de Yby Yaú.

–Hablaba también del crimen de un candidato de Unace.

–Eso ocurrió en una elección interna. Creo que fue hace dos años en el distrito nuevo Zanja Pytã. Esteban Velázquez. Le liquidaron en plena elección, cuando juntaba gente. Se acerca una camioneta y lo llenan de plomo. Problema entre ellos. Yo siempre repito porque me alarma: estamos próximos a la mexicanización.

–¿Cómo mexicanización?

–Amambay es uno de los departamentos del país con menos cantidad de habitantes. Sin embargo, las muertes que tenemos, en seis meses, llegan a 50. Lo más alarmante es la forma como asesinan, con mucha violencia: ya hubo decapitaciones, mutilaciones, desmembramiento de brazos, de piernas. Ya hubo gente que fue quemada viva, cortada en pedacitos. Van amputando por partes. Eso se ve en los barrios de Pedro Juan. Ese tipo de crímenes escuchábamos de México, Colombia, en las favelas de Brasil. Lo preocupante es que ellos son millones y millones y nosotros aquí no pasamos de 100.000 habitantes. En Asunción ya sucedió. Se acuerda de esas dos mujeres, dos hermanas y una madre. Las incineraron por ser los familiares cercanos de un comisario (Édgar Salcedo).

–¿Una represalia?

–Sí, porque el comisario incautó un cargamento de cocaína en el Chaco. Se comentó que hizo figurar una parte y que vendió la otra parte. Entonces, fueron directo a la casa y le prendieron fuego a la esposa y a las hijas.

–¿Por qué cree que obraron con tanto salvajismo?

–Eso partió de la mafia del narcotráfico de PJC, del Amambay. Quemaron toda la casa. Rociaron con combustible. Son comentarios que estoy repitiendo. Yo no sé si es verdad.

–Usted denunció a Cabriza, de Inteligencia. Dijo que tenía un pelotón paralelo.

–A mí, muchos policías me odian. Me odian porque no me callo y porque lo que digo tiene fundamento, no así lo que ellos dicen de mí. Este (Julio César) Cabriza fue trasladado ya en el mes de mayo de aquí. El agente Lezcano Paredes, hermano del diputado, estaba a su cargo. Muchos vienen y aprovechan esta región para enriquecerse y lo hacen en menos de lo que canta un gallo. Hay que destacar también que algunos vinieron y salieron limpios.

–¿Qué hacía ese pelotón?

–Se especializaba en extorsionar a los narcos. No solo lo digo yo. Está en la prensa en detalle. Acá hay grupos de suboficiales que conocen dónde está la droga. Entonces, van y extorsionan. Sus extorsiones no son de 10 o 20 millones de guaraníes. Estamos hablando de 200.000 y 300.000 dólares. Viven como reyes. Algunos pagan el precio por supuesto. Son asesinados en ese juego de intereses. En su mayoría son jóvenes ambiciosos, de raíz muy pobre que ven la abundancia como por arte de magia. El lugar más apetitoso para ellos es el Departamento de Investigaciones de Amambay. Lógicamente sus jefes se benefician con parte de las ganancias. Es más apetecido que el cargo de jefe de Policía. Estamos hablando de crimen organizado con todas las letras, que incluye policía, fiscalía, magistrados y los narcos.

–¿Cómo quedó su caso del atentado?

–Tuve suerte. Fue el 26 de abril de 2010, el día del Periodista, como el día que mataron a (Santiago) Leguizamón (1991). Ni siquiera comenzó la investigación.

–¿Los llegó a identificar?

–Llevé la fotografía de los autores morales a la Fiscalía. Mostré en la pantalla gigante del Congreso. Mandé a los medios de prensa. Uno de ellos ya está muerto. Lo mataron siete meses después: Pedro Pablo Quevedo, alias Piter. Era hijastro de un pariente mío. El otro autor es un gran narco que está recluido. Dos de los autores materiales son brasileños. Uno se fugó de la cárcel de Concepción una tarde de domingo con integrantes del EPP. Está desaparecido. Debe andar por la frontera. Los crímenes al interior del país, como el que me involucró a mí, terminan normalmente en el oparei. La función de la Fiscalía termina con el levantamiento de cadáver. En el caso Medina veo que se están moviendo, por la presión de ustedes, de otro modo tampoco le iban a hacer caso.

–¿Cometieron un error técnico al matar un periodista?

–Es gente diabólica. No tienen sentimientos. No crea que Pablo Medina va a ser el último periodista muerto. Va a haber más. Para los narcos, matar es normal. Ellos no amenazan. Ejecutan.

–¿Usted anda bien resguardado?

– Si yo tengo cinco policías, un narcotraficante tiene 50.

–¿Cuánto les cuesta matar una persona como usted?

–Me dijeron que mi cabeza costó 300.000 dólares. No es nada para ellos.

–Estarán enojados por todo lo que viene diciendo.

–Ellos mismos hacen decir que no me tienen que hacer caso. “Dejen a ese idiota que habla todo de balde”.

–¿Por dónde circulan? En algún lugar deben tirar toda la plata que ganan.

–Hacen fiestas en sus estancias. Invitan a políticos, a ministros, a fiscales. Hay fotos de algunos de ellos posando. Hubo un conocido ministro en la era Lugo que vino una noche a pasar en la estancia de un narco. Farreó y se le llevó de nuevo a Asunción en el avión del narco. Nosotros nos quedamos a sufrir las consecuencias.

–¿Qué ministro fue?

–No quiero dar el nombre. Fue un ministro con mucha influencia en el gobierno. Senad tiene fotos. Colegas de la Comisión de Lucha contra el Narcotráfico han escuchado. Hablamos de cinco colegas. No digo que son narcos pero son sus contactos. Se reúnen. No son solo colorados. También están en el PLRA y en la izquierda. Se les rinde pleitesía. Es triste decirlo, pero un alto porcentaje de la población vive del narcotráfico. En Capitán Bado ni qué decir.

–La cantidad de muertos ¿se mantiene o aumenta?

–Haciendo una media, siempre se mantiene. Cuando más silencioso está el ambiente, el peligro que acecha es mayor. Nunca se sabe quién va a ser el próximo.

–¿Por qué hay más asesinatos en el lado paraguayo que en el brasileño?

–En el lado brasileño es más complicado matar.

–¿Es menos corrupta la policía brasileña?

–Es bastante corrupta también. La Policía Federal es menos corrupta. La justicia también es más creíble. Allí le tenemos al juez Odilón de Oliveira, que conoce mucho a nuestro país y cómo opera la mafia. Inclusive hizo una investigación sobre el PCC (Comando Capital de São Paulo). De Oliveira me conoce muy bien y puede dar testimonio de mi colaboración con sus trabajos de investigación. Odilón tiene fama internacional.

holazar@abc.com.py

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