Condena de 10 años fue por orden de Wasmosy

El general retirado Cirilo Velázquez Steger, ex miembro del polémico tribunal militar extraordinario que condenó a Lino Oviedo a 10 años de prisión, confiesa en esta entrevista que dicha sentencia fue preparada por la cúpula militar por orden del ex presidente Juan Carlos Wasmosy, para evitar que el hoy preso político, alojado desde hace más de 32 meses en la cárcel militar, llegue a la Presidencia de la República en 1998. Admite que no tiene sentido seguir ocultando aquel plan conspiraticio que sumió en el caos a la república.

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El general retirado Cirilo Velázquez Steger, ex miembro del polémico tribunal militar extraordinario que condenó a Lino Oviedo a 10 años de prisión, confiesa en esta entrevista que dicha sentencia fue preparada por la cúpula militar en consonancia con el ex presidente Juan Carlos Wasmosy, para evitar que el hoy preso político, alojado desde hace más de 32 meses en la cárcel militar de Viñas Cue, llegara a la Presidencia de la República en 1998.

Velázquez dice conocer a generales que participaron de aquella reunión en la que se resolvió planificar el plan conspiraticio para excluir a Oviedo.

Sostiene que es hora de descorrer el telón de la mentira y terminar con la farsa que, precisó, no solo mantiene ilegalmente al líder opositor en prisión, en difíciles condiciones de detención, sino que ha herido profundamente la imagen, el honor y el prestigio de las Fuerzas Armadas.

Advierte que si no se detiene la perversa utilización de la justicia a favor de los políticos de turno, el mismo destino de Oviedo puede correr en el futuro próximo el ex obispo Fernando Lugo.

Del arma de Infantería y 42 años de servicio (subteniente a los 19 años), Velázquez Steger fue comandante del Segundo y Tercer Cuerpo del Ejército y jefe de Estado Mayor Conjunto.

- El general Víctor López Giménez relata en esa carta a Nelson Argaña, que en 1998 se reunieron más de 20 generales en el Comando del Ejército con el general Evaristo González. Dice que el presidente Wasmosy ordenó después que se prepare un plan para evitar que Lino Oviedo llegue a presidente. ¿Usted estuvo en esa reunión?

- Yo no estuve. Estaba en el Chaco, pero sí los camaradas que estuvieron presentes comentaron que sí hubo esa reunión y que esa fue la decisión.

- ¿Usted estaba enterado de ese plan? López dice que el plan se filtró y que intervino la embajadora Maura Harty (de EE.UU.) para pedir a Wasmosy, en nombre del presidente Clinton, que no intervenga militarmente las elecciones.

- Sí, estaba enterado. Conozco muchos pormenores de ese plan en el ámbito militar que me correspondía...

- ¿Realmente la intención era impedir que Oviedo sea presidente?

- No tiene sentido seguir ocultando. Hace más de 10 años que ocurrió todo. La intención fue impedir el acceso del general Oviedo a la presidencia. Yo creo que es hora de que la verdad prevalezca por la salud moral de la república.

- ¿Usted conoce algún general que asistió a esa reunión, que esté dispuesto a corroborar lo que dijo Víctor López?

- Conozco muchos oficiales que asistieron y tuvieron participación en la formulación y ejecución de ese plan. Creo que muchos de ellos pueden contar la verdad que creo va a ser beneficiosa para el país. No puedo hablar por ellos. Yo, lo único que sé es lo que he vivido y la necesidad espiritual que tengo de jugarme por la verdad.

- ¿Además de aquella reunión, hubo alguna otra presión sobre usted y sobre los otros miembros de aquel tribunal militar?

- Claro que hubo presiones. Inclusive yo recibí veladas amenazas por hechos anteriores ocurridos en mi carrera. Lo más duro -que solamente los militares conocemos- es el sentido de la obediencia debida, con su secuela de temores, postergaciones, castigos o promesas de ascensos. Creo que ese sentido de la obediencia nos ha convertido a los oficiales en una especie de objetos descartables al servicio de los personajes políticos de turno.

- ¿Usted justifica su conducta?

- Yo no quiero justificar mi proceder de aquel entonces. Apenas deseo ilustrar la frustración que causa en la vida de los militares la politización de las Fuerzas Armadas.

- Usted fue uno de los principales protagonistas de ese tribunal que condenó a Oviedo...

- Como ve, ese protagonismo en nada me favorece y tengo la obligación moral de manifestar mi error por haber aceptado ese tribunal ilegal, sin sopesar debidamente las consecuencias, especialmente para las Fuerzas Armadas, que hoy no pueden superar totalmente las consecuencias...

- ¿Lo que usted dice es un mea culpa, general?

- Sí, señor. Y yo creo que me corresponde reconocer mi propia cuota de responsabilidad en lo sucedido. Hubo un plan militar como relata el general López para impedir que el general Oviedo sea presidente, y fue creado ese tribunal especial, del que fui parte, con la misma finalidad, y juzgándome a mí mismo sin juzgar a los demás, afirmo con absoluta sinceridad que al haber aceptado el mandato jerárquico, evidentemente inmoral, de hecho, me convertí en un prisionero de la mentira. Hoy ya no quiero serlo (habla con firmeza).

- ¿Estaban ustedes convencidos de la gravedad de lo ocurrido en abril del 96, para aplicar una sentencia tan dura como esos 10 años para Oviedo?

- En realidad esa sentencia fue impuesta por las necesidades políticas del momento, así como menciona la carta del general López Giménez. El objetivo fue la exclusión del general Oviedo. Yo no encontré ningún elemento en el expediente que amerite la condena, más todavía después de que la propia justicia ordinaria haya declarado la inexistencia del delito atribuido al general Oviedo en los sucesos del 22 y 23 de abril. Ese solo hecho y la decisión de la propia Corte, de someter el caso a la jurisdicción ordinaria, ya echaron por tierra, según mi criterio y de la mayoría de jurisconsultos nacionales e internacionales, la legitimidad de las actuaciones posteriores del tribunal militar.

- ¿Alguna vez analizó con sus camaradas que condenaron a Oviedo las consecuencias de la sentencia?

- Algunas veces. En el análisis nos hemos percatado, quizás ya muy tarde, de las irregularidades procesales que se han cometido, por la misma celeridad del juicio y por nuestras propias limitaciones. Hemos cercenado el debido proceso y las garantías de la defensa en juicio. Creo que en general, aunque no todos, hemos reconocido nuestros errores en privado y del gran daño que hemos ocasionado a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas en el proceso democrático.

- ¿Por qué cree que se ha ocultado tanto tiempo la verdad? ¿Es temor, desconfianza o miedo a la represalia?

- Quizás esté faltando un mecanismo institucional desprovisto de intereses sectarios para que la ciudadanía conozca toda la verdad y, sobre todo, esa verdad, que produzca el verdadero reencuentro de esta sociedad que fue polarizada en función de intereses personales particulares.

- ¿Qué lecciones le dejaron esos hechos? Hasta hoy repercuten en el país...

- A través del tiempo, recuerdo como una pesadilla, que desde más o menos 1995, muchas de nuestras unidades militares estaban siendo adiestradas y preparadas para destruir y hacer polvo a otras unidades hermanas. Yo creo que sucesos de esta naturaleza jamás deben volver a ocurrir. He visto que en muchos países las Fuerzas Armadas han reconocido sus errores del pasado. Creo que es hora de hacer lo mismo en el Paraguay. La verdad debe volver a brillar y tenemos que construir no solo una nueva imagen sino una nueva vía institucional de las Fuerzas Armadas.

- Algunos analistas encuentran paralelismos entre el caso Oviedo, preso por ser popular, y la posibilidad de que el obispo Fernando Lugo corra la misma suerte, por eso mismo...

- Yo pienso lo mismo. Creo que no estamos lejos de ver algún tribunal eclesiástico extraordinario o algo parecido, preparado para condenar con la exclusión y hasta con la cárcel al obispo Lugo, y que esa sentencia sea convalidada por la Corte Suprema de Justicia. Ojalá que acabe de una vez por todas la manipulación política de la Corte.

- ¿Usted piensa dedicarse a la política?

- Encuentro difícil dedicarme por completo a la política activa, pero siento como una obligación personal la necesidad de participar, con la suma de mi experiencia, mis aciertos y mis errores, para cooperar en la construcción de un país más digno y respetado, con niveles de prosperidad mejores para todos.

- ¿Esa condena vino preparada?

- Ya estaba preparada.

- ¿Les dieron un tiempo?

- Ese tribunal no elevó la causa al estado plenario. Terminaron las testificales y ya vino la sentencia. Hubo errores procesales tremendos. Nosotros éramos legos en la materia. La sentencia se tuvo que sacar sí o sí porque se aproximaba la fecha de las elecciones.

- ¿Es cierto que sacaron en 18 días la sentencia?

- Un poco más tal vez, pero fue poco tiempo. El tribunal se reactivó cuando Oviedo ganó las elecciones (coloradas). Se había paralizado (un año y dos meses) cuando la Corte dijo que el caso debía ser juzgado en la justicia ordinaria.

- La condena fue el 9 de marzo de 1998...

- Sí, y, además, el tribunal se había formado para juzgar al general Ruiz Ramírez y al coronel Bóbeda. Así se llamaba la carátula. No figuraba Oviedo, pero cuando Oviedo ganó las elecciones coloradas, ahí apareció la carátula “Lino Oviedo y otros, etc...”.
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