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El caso hace mención al despido de Carlos Alfredo Harms Céspedes, un “asistente administrativo” de la sede de Encarnación y que recibía un salario de casi G. 20 millones en los conceptos de sueldo, doble antigüedad, “presentismo”, título universitario, “ayuda escolar” y “subsidio de energía eléctrica”, entre otros puntos.
Harms calificó a Duarte Frutos como un “ingrato” y lo comparó con un “perro con sarna”, al señalar que lo recibió en su propia casa cuando era considerado “el Mariscal de la Derrota” y nadie quería tener trato con él. También le recordó sus episodios de megalomanía cuando Nicanor dijo: “Yo soy el Estado”, una frase atribuida al Rey Luis XIV de Francia.
Sostuvo que debía aprovechar la sesión legislativa, debido a Duarte Frutos rechazó todos los llamados y pedidos de audiencia. También lo acusó de incoherente por haber proclamado que siempre lucharía por su curul en el Senado para luego haberse “vendido” por un cargo en una binacional. “Compraron tu silencio, te vendiste por un cargo”, le reclamó Harms.
Solapadamente incluso le deseó la muerte, al indicar que cuando le llegue la hora, pongan en su lápida que fue “el Mariscal de la Derrota”.