Hay que organizarse para perseguir a los corruptos

David Riveros, un joven de 23 años, especializado en asuntos de anticorrupción, egresado de la Universidad de Iowa, propone que nadie más reciba los beneficios de Fonacide sin que profesores, alumnos y sus padres pasen por una capacitación previa para vigilar el buen destino del dinero público. En esta entrevista dice que la sociedad debe estar organizada para hacer frente a los corruptos. Se declara contrario a las manifestaciones espontáneas como las convocadas por las redes sociales.

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–Es raro que alguien se interese tan joven en estas cuestiones de corrupción pública. ¿Desde cuándo?

–Me inicié en el colegio. Fui presidente del Centro de Estudiantes del Centro Regional de Educación de Ciudad del Este. Nuestro trabajo cobró notoriedad por unas denuncias de corrupción en el consejo directivo. Denunciamos ante el Ministerio. No nos hicieron caso y organizamos una manifestación de protesta que duró casi un mes. Movilizamos a estudiantes de tres colegios y como represalia me acusaron de drogadicto. Casi fui a parar a la cárcel. Me gradué y me vi comprometido a no abandonar el movimiento y a los compañeros que decidieron continuar esto, pero a nivel macro...

–¿Qué fue lo que pasó en el colegio?

–Varios de los directores tenían antecedentes por corrupción. Se había llamado a un concurso para el cargo de director general. El ganador no podía asumir porque tenía una demanda encima. Se tenía que haber llamado de nuevo a concurso. El perdedor quiso asumir. Nosotros denunciamos. Aparte de todo, las personas involucradas en el proceso tenían antecedentes por irregularidades, por agresión... Nunca atendieron nuestras denuncias. Fue una experiencia un poco traumática haber comprobado tanta injusticia...

–¿Qué pasó después?

–Tenía que seguir estudiando. Gané una beca a Estados Unidos de donde estoy regresando con un título en Relaciones Internacionales con énfasis en política y economía. Tuve la suerte de asistir a conferencias y a dictar conferencias, invitado por el FMI, por el Banco Mundial. Estuve en el Foro Económico Mundial, en el de Bruselas. Estoy en una organización juvenil en Ciudad del Este con 15 voluntarios. Transparencia Internacional junto a la Organización Internacional Anticorrupción nos premió un proyecto, entre 200 que había. Se llama “Paraguayoité”.

–¿De qué se trata?

–Entre otras cosas, planteamos la capacitación en educación cívica de los estudiantes a través de sus centros de estudiantes y planteamos la conformación de una red a nivel nacional para controlar el buen uso de los recursos del Fonacide (Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo).

–El tan polémico y saqueado Fonacide...

–Sí. Estamos trabajando con cuatro colegios de Ciudad del Este.

–¿Qué le parece que está pasando con el Fonacide?

–Básicamente, nos parece que fue una idea tonta permitir el reparto de tanto dinero a gente, intendentes, gobernadores y otros beneficiarios que no tienen una mínima capacidad de gestión, y sobre todo sin ningún control. Ni los colegios, ni los directores, ni los maestros y menos los estudiantes y sus padres saben que son beneficiarios del Fonacide. No hay ningún conocimiento o información sobre Fonacide que nos permita a los miembros de una comunidad hacer preguntas sobre el mismo. Hay una desinformación muy grave.

–No se puede controlar.

–Lo irónico es que los mismos legisladores reconocieron, cuando se creó la ley, que no existe un mecanismo de control. Recién ahora se está buscando modificar la ley en sus ambigüedades, atribuciones erróneas, su conflicto con otras leyes ya vigentes. Una modificación de la ley debe contener también que se autorice a las autoridades educativas, alumnos y sus padres a ejercer el papel de contralores del buen uso del dinero. Los centros de estudiantes también deben involucrarse.

–¿Cómo pueden participar?

–Se puede destinar equis porcentaje de los fondos, nada en comparación con lo que ya se ha despilfarrado, para la capacitación de los alumnos y sus profesores, para la formación de padres en veeduría ciudadana y control. Nuestra idea es que en adelante nadie reciba los beneficios de Fonacide sin que los representantes de la comunidad educativa hayan pasado por una capacitación previa.

–¿Qué recomiendan que se haga?

–Nosotros tenemos una idea de usar las redes sociales, de crear una aplicación en Facebook que mapee el transporte de cada uno de los capitales del Fonacide a los establecimientos educativos. Entonces, si uno quiere, podría entrar en Google, ir al Alto Paraná en el mapa y señalar el colegio o escuela adonde fueron los recursos de Fonacide para saber el monto y el uso específico de los fondos. Uno puede clikear para enterarse del monto destinado para el año, lo usado hasta el momento, la empresa que fue contratada y el tiempo de la ejecución de sus obras, además de todos los detalles que hacen al uso del dinero, algo que deben tener actualizado pero lo tienen bien guardado.

Con esa aplicación en Facebook, la comisión de padres y alumnos puede, por ejemplo, dejar un mensaje de atención dirigido al MEC y a la Contraloría. De esa forma las comunidades se podrán involucrar en el proceso. Pero esto no va a funcionar si no hay capacitación previa.

–¿Los directores de colegios estarán de acuerdo?

–En los colegios, generalmente –no siempre–, cuando se quieren organizar los estudiantes hay un recelo de las mismas autoridades. Se tiene el trauma de que el centro de estudiantes lo único que hace es hacer perder horas de clase o denunciar las irregularidades que cometen. Este no es el caso. Nosotros buscamos capacitar a los estudiantes para que entiendan que esa organización primaria es el minicosmos de lo que es una democracia. Se aprenden muchísimas cosas y sobre todo se forman líderes.

–¿Qué opina de estos movimientos de protesta espontánea que lograron que se enjuicie a los diputados corruptos?

–Yo en este caso me adhiero a Francis Fukuyama, el conocido politólogo estadounidense, cuando él criticaba las movilizaciones de Brasil, que también fueron espontáneas, contra la corrupción. Lo negativo es que no se puede hacer seguimiento a largo plazo a los reclamos. Cuando las manifestaciones se dicen apolíticas, no hay un actor que pelee por esos reclamos en la estructura de poder...

–¿No tienen efecto?

–No...

–Por lo menos se consiguió desaforarlos.

-Pero en qué terminó. ¿Qué pasó con Víctor Bogado? Fue sobreseído. ¿Qué pasó con Ibáñez? ¿Tanta gente se movilizó para esto? La frustración es doble. Yo soy muy crítico de estas manifestaciones espontáneas.

–¿Catarsis espontáneas?

–Son terapias cívicas. Nos hacemos ciudadanos solo por uno o dos días. Nos vamos a gritar “viva la revolución” y después ni siquiera nos vamos a votar ni participar de actividad política o cívica alguna. No vale la pena mostrarse patriota, ir a llorar por unas horas, sacarnos toda la rabia y volver a casa para olvidarnos de todo y al día siguiente hacer lo mismo de siempre: pagar coima, no protestar contra nada, hacer lo de siempre. Hay que mirar más allá y organizarse...

Nosotros tenemos una idea de usar las redes sociales, de crear una aplicación en Facebook que mapee el transporte de cada uno de los capitales del Fonacide a los establecimientos educativos. Entonces, si uno quiere, podría entrar en Google...

Pero en qué terminó. ¿Qué pasó con Víctor Bogado? Fue sobreseído. ¿Qué pasó con Ibáñez? ¿Tanta gente se movilizó para esto? La frustración es doble. Yo soy muy crítico de estas manifestaciones espontáneas.

holazar@abc.com.py

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