Renuncia el obispo “bolche”, “el de la sotana roja”, “el temible de las tres M”

“Obispo rojo”, “bolche”, “el de la sotana roja”, “el temible de las tres M”, eran algunos de los epítetos que utilizaba el stronismo para desacreditar a Mons. Mario Melanio Medina. Hoy, el combativo obispo cumple 75 años y presentará renuncia tal como establece el Derecho Canónico. En esta entrevista, el obispo de San Juan Bautista relata cómo enfrentaba a la dictadura y qué piensa del actual sistema democrático, que a su criterio no da respuestas a la falta de trabajo de miles de jóvenes.

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–Durante la dictadura le calificaban de obispo bolche, rojo, el temible de las tres M. ¿A qué se debieron esas acusaciones?

–Son epítetos que utilizaba La Voz del Coloradismo. Las tres M querían decir Marx, maldito y mierda. Nunca me consideré obispo rojo. Los disidentes de la dictadura eran adjetivados y acusados de comunista. Fue el arma de Stroessner por mucho tiempo para congraciarse con EE.UU. y mantenerse en el poder. Aquí decían: democracia sin comunismo y ese lema utilizaban para perseguir. Yo era un adversario porque trabajaba en la promoción de los derechos humanos. En el Chaco estuve varios años y había mucha persecución y faltaban los servicios básicos.

–¿Cómo fue su relación con los exponentes de la dictadura?

–Los laicos hablaban mucho conmigo. Ellos me traían datos. Sabía mucho más del régimen. Algunos me decían que Stroessner no sabía de los atropellos a los derechos humanos, pero él sabía todo. El dictador dominaba todo y sus obsecuentes cometían barbaridades con su consentimiento. Una vez vine en barco de Buenos Aires y en Alberdi estaba desplazado un enorme cartel con el lema: Paz y progreso con Stroessner. La ciudad era un rancherío y allí enfrente estaba Formosa overapa (brillaba). La gente se reía de esa realidad.

–¿Y se fue la dictadura?

–Estuve muy contento cuando cayó, pero no tanto con los gobiernos de la transición democrática. En 25 años y hasta ahora, ningún gobierno ha tenido un proyecto nacional, todo es politiquería.

–¿Y qué se debería priorizar?

–Aquí un gobierno trabaja solo tres años y dos dedica a proselitismo. La reforma agraria sigue siendo una deuda. Si nuestra riqueza está en el campo: en la ganadería y la agricultura, por qué no priorizarlos, especialmente la agricultura. Hoy, los campesinos están siendo expulsados del campo y llegan a la ciudad y se instalan en los cinturones de pobreza. Segundo, se tenía que privilegiar la seguridad, educación y salud. Los gobiernos deben generar fuentes de trabajo. Para qué queremos Yacyretá e Itaipú si no van a generar trabajo. Allí se gana millonada y debe propiciar la creación de fuente de trabajo.

–¿Durante la dictadura llegó a temer por su integridad?

–No me sentía perseguido directamente, mediáticamente se referían a mí. La gente me decía que me cuide. Tuve solo un incidente. Una vez dejé mi vehículo frente a La Encarnación y después fui a Fernando de la Mora y al Seminario Metropolitano y cuando transitaba por Cacique Lambaré salió una de las ruedas delanteras. Le llevé a mi mecánico y él me aseguró que me entregó bien aseguradas las ruedas y esa fue la única vez que tuve un incidente.

–¿Le seguían?

–Cuando yo iba a celebrar una misa, los policías cercaban la Iglesia para que no entre la gente, pero a mí me dejaban entrar. Cuando hubo aquella gran represión frente a Cristo Rey, cuando le chutaron como pelota al campesino Marcelino Corazón Medina y le llevaron colgado al Prof. Resck, pasé en medio de ellos y no me hicieron nada. Entré en medio de ellos y auxilié a Corazón Medina. Me alcanzó el agua. Schreiber dirigía en persona aquella represión.

–¿También recibió denuncias de desaparecidos?

–Claro que sí. Todas las instituciones eran controladas por la dictadura. El Parlamento, la Justicia y la Policía estaban sometidos y entonces recurrían a la Iglesia. La Comisión Verdad y Justicia está recabando los datos, pero no hay voluntad política en la transición para esclarecer los casos. Las víctimas están cobrando por sus sufrimientos, pero lamentablemente, en Misiones cobraron algunos que eran soplones. Los desaparecidos son muchísimos. En esa época me tocó la oportunidad de ir a consolar a los familiares.

–¿Cómo veía a la prensa?

–Con ABC y Ñandutí clausurados poco o nada se hacía público. Editamos una revista bajo la dirección de Alcibiades González Delvalle y Edwin Brítez, pero mandaban decomisar de las imprentas. Se mandó imprimir en el exterior y una vez que descubrieron, decomisaron.

–¿Qué opina de esa gente que sigue añorando y hace propaganda a la dictadura?

–Esa gente es la que estuvo mamando de las tetas del Estado, por eso añora los tiempos idos. No debemos engañarnos, aún hay muchos que añoran ese pasado. El que sostuvo y llevó adelante la dictadura fue el Partido Colorado, institucionalmente. Muchos no estuvieron de acuerdo y fueron expulsados.

–¿Cómo vio la Iglesia aquella época?

–Con Mons. Ismael Rolón estuvo firme al lado del pueblo. Gracias a él la Iglesia fue una valla infranqueable para el stronismo. El régimen quiso ganarse la simpatía de la Iglesia, pero estaban los monseñores Rolón, Benítez, Maricevich y de alguna manera yo, y éramos fuertes y todos estábamos de acuerdo. Los documentos de aquella época son verdaderas joyas, como las cartas pastorales, el Saneamiento Moral de la Nación o Entre las persecuciones y el consuelo de Dios. La Iglesia era la única institución que podía hablar y Stroessner no podía someterla. Algunos sacerdotes simpatizaban con el dictador, pero institucionalmente nunca dominó.

–¿Cómo está el país?

–Seguimos sin podernos levantar. Falta trabajo, tenemos problemas en salud, educación y la reforma agraria sigue siendo una promesa.

–¿Cómo vio a los laicos después de la dictadura, porque durante el régimen era la jerarquía la que tomaba la posta?

–La Iglesia como jerarquía, como Conferencia Episcopal, se quedó en posición adelantada, porque era fácil luchar contra la dictadura teniendo como figura, por ejemplo a Mons. Rolón, pero cuando llegó la democracia, creímos que todo iba a cambiar rápidamente. La Iglesia cedió el paso y los laicos participaban poco. Treinta y cinco años de miedo, de condicionamiento imposibilitaba la libre expresión. La dictadura mató la iniciativa, sacó del medio a los intelectuales. ¿Cuántos poetas y escritores fueron expulsados? ¿Cuántos cerebros emigraron al exterior como a EE.UU.? La dictadura idiotizó para gobernar mejor a través de las prebendas. Hasta ahora aún es débil el protagonismo del laico, pero hay que seguir trabajando.

–Usted también siempre clamó por la recuperación de los bienes malhabidos. ¿Qué se logró?

–Nadie hizo nada en 25 años de democracia. Están allí a nombre de los stronistas. Lamentablemente, Paraguay es un país muy atrasado cívica y políticamente.

–¿Cuál es actualmente la responsabilidad de la Iglesia ante esta realidad?

–Debemos seguir trabajando con la gente. Este año tenemos 200.000 jóvenes “ni ni” (ni trabaja ni estudia). Si ellos no trabajan, son virtuales delincuentes, porque de qué van a vivir. Ellos también buscan su felicidad. Si no damos respuesta a esa realidad, seguirán los asaltos y los crímenes. Estamos criando cuervos y es una enorme responsabilidad para el Estado y la Iglesia.

–Cuando el exobispo Fernando Lugo estuvo en campaña apareció Ud. en una publicidad presentándole como la alternativa, ¿Era necesario ese apoyo?

–No sé si fue necesaria aquella publicidad, pero si era necesario el cambio. Yo transmití el sentir de la gente, que veía el cambio en Lugo. Yo lo apoyé, incluso contra el parecer de mis hermanos obispos y ni qué decir de los nuncios. Aparecí como luguista y me vino bien porque la gente ya no iba a pedirme favores.

* Mons. Mario Melanio Medina nació en Fernando de la Mora el 22 de octubre de 1939. Fue ordenado presbítero por el papa Pablo VI en la Basílica de San Pedro el 17 de mayo de 1970. Su ordenación episcopal se celebró el 10 de agosto de 1980, en Benjamín Aceval.

Seguirá ayudando a la Iglesia y a migrantes

En esta parte de la entrevista, Mons. Mario Melanio Medina se refiere a su futuro, una vez que el Santo Padre acepte su renuncia.

–¿Cómo ve al gobierno actual?

–Aún no hizo nada. Hoy vemos la globalización de la pobreza y la privatización de la riqueza. Ahora los colorados se pelean con Cartes por los cargos. Estas rencillas son permanentes. Lugo trató de poner fin y nombró a colorados, liberales y del Frente Guasu, pero tuvo resistencia en el Parlamento. En conclusión, ningún gobierno tuvo un plan nacional.

–¿Cómo lo ve al papa Francisco, pues da a entender que es más afín a tu forma de pensar?

–Estoy de acuerdo con los principios que defiende el Papa, que son cristianos. Jesús fue pobre y optó por los pobres. Eso no implica excluir a los ricos honestos. En Paraguay hay muchos nuevos ricos con bienes mal habidos. Este Papa está poniendo de nuevo al tapete el Concilio Vaticano II. Él lo llevó adelante cuando era arzobispo de Buenos Aires. Ojalá viva mucho tiempo porque la Iglesia debe renovarse desde la raíz.

–Ud. fue muy duro con Mons. Rogelio Livieres Plano cuando fue destituido...

–Los obispos me dicen que soy muy temperamental. Yo dije lo que sentía. Era un tumor que había que extraer y se lo dije a los visitadores del Papa. Fue en sentido figurado y quizás sea un despropósito, pero ya dije.

–Finalmente, ¿cuando el Vaticano acepte su renuncia y nombre al sucesor, qué hará?

- Viviré en mi pueblo, Fernando de la Mora. Seguiré ayudando a la Iglesia, a los migrantes y trabajaré por los derechos humanos. Yo renuncio ahora, pero la aceptación lleva su tiempo. Iré hasta que haya el sucesor, que ojalá sea un pastor dedicado a los pobres, que escuche a sus sacerdotes y laicos, y que haga más de lo que yo hice.

avelazquez@abc.com.py

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