Se manchó con la sangre del periodista y logró salvar su vida

La testigo del doble homicidio relató que ella viajaba en el asiento trasero de la camioneta doble cabina, casi en el centro, aunque ligeramente más hacia la derecha, detrás de su hermana, que se iba en el asiento del acompañante.

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Juana Ruth Almada Chamorro, cuya protección debe ser una prioridad para el Gobierno, aún afligida, recordó que el vehículo fue interceptado por los dos matones, uno de los cuales preguntó al conductor: “¿Nde piko la Pablo Medina?”.

Cuando el periodista respondió que sí, los sicarios lo apuntaron y consumaron el acribillamiento.

Nuestro compañero llegó a suplicar: “Anína che japi!”, pero estas fueron sus últimas palabras, ya que cayó muerto sobre su volante al acusar cuatro tiros de pistola: en el brazo, la cara y la cabeza, y un disparo de escopeta en la parte posterior de la cabeza.

Los disparos, que también alcanzaron a Antonia Maribel, hicieron que Juana Ruth se lanzara instintivamente al piso del rodado, detrás de su hermana.

Dijo que fue vista por los sicarios, quienes la miraron fijamente, pero al verla caer a un costado aparentemente decidieron ignorarla, creyendo que también había muerto.

“La sangre de Pablo me salpicó y me cubrió el rostro. Creo que por eso ellos pensaron que también yo estaba muerta y no me dispararon”, afirmó.

La joven permaneció en el piso del rodado por unos 10 minutos, fingiendo estar muerta. Viendo que su hermana Maribel aún respiraba, volvió a arrancar la camioneta como para socorrerla, pero no pudo mover el rodado porque no consiguió hacer a un lado el cuerpo de Pablo, que yacía sobre el volante. Entonces, con el celular del corresponsal, empezó a pedir socorro, hasta que fueron auxiliados por lugareños.

Para cuando el auxilio llegó, el doble homicidio ya había sido consumado.

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