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Por un lado “sobra” dinero y se distribuye graciosamente a los funcionarios, que en muchos casos ni funciones cumplen o aparecen pocas veces a la semana. Por ejemplo, este año la administración presidida por Benigno López distribuyó unos US$ 10 millones entre los alrededor de 14.000 funcionarios, pero por el otro lado los familiares de enfermos se endeudaron, hicieron colectas o vendieron sus bienes para solventar gastos del hospital. Por desabastecimiento compraron medicamentos, sueros, hasta materiales hospitalarios, como jeringas, catéteres y otros.
Las autoridades de turno tampoco se preocuparon en invertir en máquinas para tratamientos de enfermedades complejas (las tercerizaciones son negocios millonarios), menos en reclicadora de desechos, pese a generar diariamente toneladas de basuras.