Aeroyoga: ser libres

Un método original y dinámico en el aire, inspirado en pilates y yoga. Diseñado para aquellas personas que viven en el agitado mundo real, pero que desean transformar sus cuerpos y mentes para mejorar su salud y calidad de vida en todos los aspectos.

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¿Qué es el aeroyoga? Es un método artístico de crecimiento personal que utiliza suspensión e ingravidez como plataforma para fomentar creatividad, desbloqueo, tonicidad, definición muscular y rejuvenecimiento. Esta disciplina está creciendo en Europa y América desde hace años, y se imparte en Latinoamérica desde hace tiempo.

Se trata de algo más que fitness, yoga o pilates en una hamaca. Esta técnica puede ayudar a aumentar la calidad de vida gracias a que desarrolla cualitativamente no solo las capacidades físicas, sino también las mentales y emocionales; incrementa la agilidad, memoria y autoestima, según explicaciones brindadas por la instructora Natalia Pangrazio.

En el siglo XII, según los relatos de Pangrazio, algunos yoguis y fakires usaban cuerdas y telas para realizar sus asanas (posturas de yoga) suspendidos en el aire. Algunas de las técnicas que influyen en el método de aeroyoga surgieron hace siglos en la India. Una de las grandes influencias es el Mallakham Rope, antiguo sistema de fitness holístico, originario de Mumbay, en el que se usan cuerdas y otros elementos para desarrollar fuerza, destreza y equilibrio en suspensión. También está inspirado en el Natha Yoga (yoga ancestral) y el Ayurveda (medicina antigua que aún hoy se aplica y se estudia en la India), así como en técnicas más modernas, como pilates, el método Alexander, danza, entre otras.

El aeroyoga, afirma la instructora, es transformativo. “Practicando no solo se recibe información sobre cómo realizar una buena postura o sobre qué técnicas de respiración existen, sino también estrategias que transforman la vida en todos los niveles”, expresa.

“Los ejercicios traen muchos beneficios, como la relajación en primer lugar. También, combate la ansiedad, mejora el sueño, es antiage y antiarrugas, rejuvenece las neuronas cerebrales”, dice entre risas.

Igualmente, es beneficioso para el organismo, ya que ayuda a combatir el estreñimiento, las varices, masajea y conciencia los órganos internos, redefine la cintura. Es bueno para adelgazar, para la columna vertebral, la digestión y desintoxicación. Además, puede ayudar a combatir la depresión, mejorar la circulación y nutrición del cabello, combatir la celulitis, las retenciones de líquidos, los dolores de espalda, la ansiedad. Favorece la concentración y la motivación, tonifica los músculos, mejora el estado de las articulaciones, hasta puede ayudar a combatir la descalcificación ósea. Son muchos los motivos por los cuales elegir el aeroyoga como forma de ejercitarse, desestresarse.

“Los practicantes aprenden las secuencias, ya que en cada clase hay un hilo conductor, un esqueleto de la serie que hace único este método”, afirma la instructora. En todas las clases que imparte pone énfasis en cómo hacer de esta opción un estilo de vida cotidiano que transforme desde el interior y, por lo tanto, también el entorno. En su local se respira un ambiente relajado, claro, como debe ser y colorido. Las paredes blancas con sus marcos azules y alfombras multicolores hechas por artesanos paraguayos ofrecen el marco ideal para las prácticas.

Del techo cuelgan las hamacas que sirven para realizar las diferentes posturas. Y en este punto explica en qué consiste el trabajo en ingravidez o levedad. “Uno de los sueños del hombre desde la antigüedad fue liberarse de las ataduras del propio peso del cuerpo. Hace ya cientos de años, los maestros trabajaban el concepto de ingravidez (e incluso de levitación). En el método aeroyoga, múltiples posturas trabajan la conciencia corporal desde la perspectiva de suspensión e ingravidez, utilizando el propio peso del cuerpo como una herramienta más, un valor añadido para generar y potenciar estiramiento, fuerza, elasticidad, conciencia corporal y crecimiento físico”, revela.

La suspensión permite una nueva visión del propio cuerpo que se sobreexpone. “El cuerpo en ingravidez deja de ser un peso, una carga, un sufrimiento y se convierte en un habitáculo de placer, bienestar y experimentación. Las posturas de ingravidez ayudan a cambiar la visión de las cosas, a sentirnos diferentes porque somos seres terrestres y en esta postura no cabe ni un pensamiento del día a día ni un drama, nada, solo lo que sentimos en ese momento, en esa experiencia al estar de cabeza”.

Para esta nueva propuesta, la respiración es lo primero, incluso antes que la propia hamaca como herramienta principal. “Usamos la respiración como elemento físico para generar concentración, nutrición y, además, como elemento creativo. A nivel físico, la ingravidez favorece el desbloqueo y aislamiento de cada zona del aparato respiratorio, lo que favorece el trabajo de la respiración consciente”, afirma la instructora.

Pangrazio sostiene que la mente juega un papel muy significativo. De hecho, los primeros ejercicios consisten en trabajar el cuerpo de una forma determinada con técnicas específicas para que la mente calle y dé prioridad a la expresión corporal. “El juego del cuerpo, la respiración y la mente permiten en el alumno ‘desconectarse’ para luego ‘reconectarse’ y fortalecer el diálogo cuerpo-mente”, asegura.

Reflexiona y dice que es paradójico cómo de grandes nos volvemos prisioneros de nosotros mismos, en muchos sentidos; “hasta nos cuesta bailar”, exclama, y agrega que algo tan hermoso y natural como la hamaca nos da libertad de ser y, a la vez, entrenar con la respiración y los movimientos controlados. “Ser libres de nosotros mismos por lo menos durante una hora y fluir”.

¿Cómo llegó a este método? Cuenta que durante los años que lleva como profesora de yoga e instructora de ejercicios físicos, y gracias a todo lo que vivió con sus alumnos, comenzó a interesarle el control sobre cada movimiento del cuerpo, así como lo que significa autodescubrirse y respetarse; detenerse en el movimiento sutil y disfrutar, al tiempo de sentirse libre como en la niñez.

“Un año atrás, investigando llegué a esta disciplina que te permite explorar en diferentes dimensiones un entrenamiento en el cual se utiliza una hamaca. Aquí estoy, dando clases a niños, jóvenes, personas adultas, durante una hora, en las cuales la respiración y corrección postural son protagonistas, así como el disfrute, aromaterapia, musicoterapia y fitoterapia”, detalla y luego agrega: “Tengo una entrevista con los alumnos para determinar el nivel, aunque siempre recomiendo que tenga la aprobación de su médico y después comenzamos las clases, terminando cada sesión con una postura en la que el alumno queda tumbado y cómodamente envuelto en el aire, completamente en ingravidez con las piernas descolgadas a más altura que el cuerpo, y así consigue una sedación profunda... Ser libre... fluir”. Ommm.

ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Virgilio Vera/Gustavo Báez.

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