Con el hueso bajo el brazo

Quién diría que la simpatía de una mascota hacía una rueda haría que nacieran las ecocuchas. Tal cual. Con su afición, Tara, la pointer de una familia luqueña, dio la idea de reciclar neumáticos viejos para convertirlos en útiles cuchas o piletitas y, de paso, cuidar el medioambiente.

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Cuando Rodolfo Rivarola encontró un cachorro deambulando en la calle y lo llevó a su casa, en Laurelty, Luque, jamás pensó que tendría dos agradables sorpresas. Lo bañó y le curó sus heridas. Entonces descubrió que era hembra y de raza. “Tara, ese es su nombre; resultó ser una hermosa pointer”, explica.

Virginia, la madre de Rodolfo, compró una hermosa cucha para la nueva integrante de la familia, pero... Tara encontró una rueda de automóvil de repuesto en el patio y, cada vez que sentía miedo, corría a esconderse allí. Como era muy temerosa, pasaba todo el tiempo allí; se acostumbró a la misma y dejó de lado su cucha. Esto, obviamente, preocupó a Virginia, pues la cachorra se acostaba prácticamente en el suelo y el neumático no lucía muy cómodo. Entonces, le preguntó a Rodolfo cómo podrían hacer para agrandar la boca de la rueda y agregarle una base.

Y lo hicieron. Con la boca más grande y una base quedó casi espectacular, pero... Virginia miraba la rueda y no le convencía. Esta era grande y tenía una mezcla de caucho y alambre muy cortante, que podía resultar peligroso para Tara. Le pidió a Rodolfo si podía darle la vuelta al revés. Él le dijo que el material era muy rígido, que sería difícil, pero que lo intentaría. Con ayuda, lo logró.

Virginia le confeccionó un colchoncito con una funda de colores llamativos y adornó la cucha con moños; Rodolfo pintó la rueda. ¡Y quedó hermosa! Tara ya no salía de su camita. Pronto, los amigos que visitaban su casa, al ver la cucha, comenzaron a pedirles si no podían hacer una para ellos. Así nació la ecocucha.

Con el tiempo fueron perfeccionando la base, que la hicieron sellada; eso hace que la cucha sea calentita en invierno y en verano, como es impermeable, sirva de piletita para la mascota. Así, poco a poco, la publicidad boca a boca hizo que cada vez más gente les pidieran las ecocuchas, y ellos comenzaran a producirlas en cantidad y a mejorar su calidad.

“Ahora tenemos cuatro variedades de colchón/almohada para mayor comodidad de los peluditos. También las confeccionamos personalizadas con la raza, nombre y accesorios”, comenta Virginia.

No pasó mucho para que las organizaciones protectoras de animales se pusieran en contacto con ellos y les hicieran pedidos para vender las cuchas y recaudar fondos. “Ellos venden al mismo precio que nosotros, no recargan”, refiere Virginia. También participan en la mayoría de los eventos de las protectoras y apoyan a la Unidad Canina de Búsqueda y Rescate.

Rodolfo explica que el proceso de producción de una ecocucha es fácil. Cortan con un cuchillo bien filoso para darle forma, luego le dan la vuelta, lijan las partes más rugosas para que la terminación quede prolija y segura, y después las pintan con aerosol. “Todo el caucho que sobra es llevado a una cantera, en donde la utilizan para alimentar su caldera”, detalla.

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