Del escándalo al arte

 Cuando en 1946, Ofelia Echagüe Vera expuso por primera vez sus desnudos femeninos en el Club Centenario –algo normal en otros lares–, desató un escándalo mayúsculo en la sociedad asunceña. Al día siguiente, la muestra tuvo que ser desmantelada. La provocación fue el punto de partida del arte moderno.

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Ofelia Echagüe Vera (1904-1987) es considerada como la precursora del arte moderno en el Paraguay. Fue la primera mujer que se animó a estudiar pintura, y obtuvo una beca solicitada en una carta de su puño y letra al victorioso general José Félix Estigarribia, en medio de la algarabía que produjo el final de la Guerra del Chaco.

Fue una transgresora al adoptar la temática del desnudo femenino, no de una forma idílica e idealizada como en el academicismo legado desde el Renacimiento, sino en su faceta más real, como sujeto de su obra.

Como la mayoría de sus congéneres que querían estudiar en esa época, se recibió de maestra normal. También se formó en la pintura con grandes maestros, como Héctor Da Ponte, Pablo Alborno y Modesto Delgado Rodas.

En ese tiempo, la formación en el arte para las mujeres no iba más allá de la necesaria para las señoritas de la sociedad, que equivalía a piano o solfeo. Pero ella no se conformó con las artes plásticas por hobby o cultura general, quería ser pintora profesional; una actividad, entonces, destinada exclusivamente a los hombres.

Hablamos de principios del siglo XX y aunque ya existía la Universidad Nacional de Asunción, en la que las mujeres podían estudiar otras disciplinas, lo más común era el magisterio.

“Ofelia Echagüe se recibió de maestra normal en 1926, pero siempre pensando en dedicarse a su pasión: la pintura. Entonces, para las mujeres, la formación de pintar consistía en plasmar bodegones con flores, como un complemento. No había pintoras, porque era una actividad masculina. Por tanto, Ofelia es la primera pintora paraguaya”, explica el museólogo Luis Lataza, curador de la exposición Cuerpo Sagrado, una retrospectiva de la obra de la destacada pintora que concluye este fin de semana en el Museo de Arte Sacro.

Una transgresora

Ofelia Echagüe adquirió ese conocimiento academicista de la pintura en una época en la que las mujeres tenían que estar al cuidado de la casa y los hijos. Por tanto, pintar era un hobby que se abandonaba al casarse. En cambio, ella decidió transgredir esos límites.

“La mujer era un complemento del hombre. Pero este y todos los demás conceptos ella los rompió desde el momento en el que se decidió por las artes plásticas. Pero tampoco dijo: ‘Voy a ser pintora’ y quemó la nave. Se tomó su tiempo y proceso”.

Como en esa época el Estado paraguayo concedía becas a los jóvenes para estudiar en academias francesas u otras europeas, ella optó por ir a Buenos Aires. Esas becas no estaban reservadas a las mujeres, no porque les fueran prohibidas, sino sencillamente porque nadie esperaba que una mujer anhele ser pintora.

Cuando encontró la posibilidad de postularse, en la posguerra del Chaco, aprovechó el contacto social y le escribió al general Estigarribia para pedirle la asignación para estudiar pintura en Buenos Aires, en la Escuela de Bellas Artes de la Cárcova, una famosa academia en versión más bohemia y austera. En su carta le solicitó los 200 pesos de pensión. Logró la beca tres años después y fue a estudiar a la capital argentina cuando ya tenía más de 30 años.

“En Buenos Aires estaba en auge una modernidad atemperada, muy dulcificada. Ya no hay un cubismo, sino un estilo cubista que es la famosa figuración plana, en la que ya no hay ese academicismo clásico. Pero también estaba de moda la figuración de la pintura metafísica italiana con esa figura muy monumental del cuerpo humano. Ese periodo en la pintura europea se llama retorno al orden”, explica el Prof. Lataza.

Cuando Europa quedó en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial, los artistas hicieron un movimiento que buscó volver al orden, la figuración, ordenar todo ese mundo que se había hecho pedazos. “Ese momento es el que Ofelia vive muy atenuado, como si fuera un estilo esfumado que se copiaba de Europa. Lo aprende y trae alegremente a nuestro país; ese arte de figura rotunda, volúmenes exagerados, medio geométricos, esa figuración plana, y le agrega su poética personal que siempre tuvo y toda su vida desarrolló con el desnudo femenino”.

La provocación

Si bien el desnudo femenino existió desde la prehistoria, en la pintura académica imperante entonces, la mujer se presentaba en esos rasgos absolutamente idealizados. “Era una mujer desnuda de belleza etérea como un angelito sexy posando. Ofelia no presenta así sus desnudos femeninos y los muestra aquí, en la que se convirtió en la exposición del escándalo en pleno Club Centenario ante la alta aristocracia paraguaya. En vez de ser cuadros horizontales, para comenzar son verticales, en los cuales las mujeres no están recostadas, sino paradas, plantadas, con rollitos, nada idealizadas y con pelitos donde tienen que tener, en el pubis, y con marcados pezones. Se la veía de frente en todo su esplendor”, explica Lataza.

De este modo, la artista paraguaya presenta una mujer que deja de ser un objeto de disfrute masculino, para constituirse en sujeto de su propia pintura. Pero el contenido que más escandalizó en Asunción no era la forma, sino el hecho de mostrar una mujer completa, desnuda, pintada por una propia artista del sexo femenino. Eso se hacía por primera vez en la historia del arte paraguayo y, también, por primera vez una mujer presentaba una muestra en forma individual. Esta exposición escandalosa duró un día. Al día siguiente, las mismas damas de la sociedad del Club Centenario obligaron a levantarla. El hecho fue interpretado como un quiebre absoluto, una introducción a la figuración moderna al arte paraguayo.

Ofelia Echagüe debió continuar su labor docente, aunque sembrando ya esa semillita de modernidad a su propios alumnos. Recién ocho años después se habló de un arte moderno paraguayo con Laterza Parodi, Olga Blinder, Edith Jiménez y muchas otras.

Lo paradójico fue que el mismo Club Centenario compró dos de sus obras, que aún permanecen guardadas en la entidad. Y otra fue a parar al Museo de Bellas Artes, pero tampoco está exhibida. Quizá, para muchos, sigan siendo escandalosas.

Esa acción de Ofelia Echagüe fue muy importante para la modernidad en el arte en nuestro país. Significó romper con la tradición, el orden anterior, el academicismo. “Ella hace un doble rompimiento porque deja de lado esa figuración perfecta académica de pinturas de pinceladas sobadas, hipernaturalista, y grandes figuras históricas y dulcificadas mujeres. Las cambia por una figuración absolutamente planista, contundente, figura nuevamente de retorno al orden. Además, en el estilo que ella toma le mete por primera vez a la mujer su propia poética. Esa poética continuó toda su vida”.

Después del escándalo de los desnudos en el Centenario, Ofelia Echagüe siguió los trazos a lápiz y sus dibujos de desnudos femeninos, que son piezas valiosas para entender su obra. Todas las que se exponen en la muestra Cuerpo Sagrado son de la colección privada de Nicolás Latourrette Bo.

Ofelia Echagüe mostró una habilitad por el dibujo desde niña. En los años 20 se casó con uno de sus maestros: Adán Kunos, un artista con formación pictórica académica, venido de su natal Hungría. Como era normal en ese tiempo, las jovencitas también estudiaban con los pintores extranjeros en los atelieres que tenían en su propia casa, como lo hizo Kunos. Enseñó durante 20 años en el Ateneo Paraguayo, es cofundadora de la Academia de Bellas Artes, y tuvo entre sus mejores y más destacadas discípulas a Olga Blinder.

Mantuvo una estrecha amistad con Josefina Pla, quien en el artículo titulado La mujer en la pintura paraguaya (1870-1970), publicado el 12 de junio de 1970 en ABC Color, sentenció que “la plástica en manos femeninas no haya rebasado la fase aficionada y la intención domésticamente decorativa”, sino hasta llegar casi al “medio del siglo XX”. Y al citar a Ofelia Echagüe, asegura que con su exposición individual en el Centenario “tuvo la virtud de estimular hacia el profesionalismo a las vocaciones femeninas surgidas alrededor del término de la guerra (Triple Alianza) y que hasta entonces habían vegetado tímidamente sin definirse”.

pgomez@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Celso Ríos/Gentileza.

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