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Viajes en carreta

Un medio de locomoción muy utilizado en nuestro país, en tiempos pretéritos –aún en el presente, aunque cada vez más desbancado por los automotores–, es la carreta. Un antiguo relato de un viaje en carreta refiere que “eran grandes, cubiertas de cuero de buey y provistas de ruedas sin herrajes. Tenían un tiro de seis bueyes y las conducía un gaucho a caballo, dotado de una larga pértiga, armada de un aguijón”.

“El conductor, a cada momento, emite la voz ‘vamos’, llamando a los bueyes por sus respectivos nombres. Esos gritos, unidos al ruido producido por el frotamiento de los ejes de madera, resonando a lo lejos, en el fondo de esas llanuras deshabitadas, sin que ningún eco los repitiera, inspiran un sentimiento de tristeza”.

Los viajes, habitualmente, se realizaban de día. Se partía al despuntar el alba, hasta las 10 o las 11, parando, de ser posible, en las cercanías de algún arroyo o laguna. Se desataban a los bueyes, y se descansaba hasta las tres o las cuatro. Luego, se reanudaba el viaje hasta las 10 o las 11.

¡Hombre al agua!

El 5 de marzo de 1952 el nadador Luis Gilberto Ruiz realizó una de sus memorables hazañas: se lanzó a las aguas del río Paraguay en Villa Hayes y, a nado, recaló en las playas del club de regatas El Mbiguá, 34 km aguas abajo. Brazada tras brazada, Ruiz cumplió esa proeza deportiva en 5 h y 14 min. Ese récord nacional se mantuvo durante tres décadas y recién fue roto por otro excelente nadador: Marcelo Torcida.

Luis Gilberto Ruiz, no contento con aquel suceso deportivo, cuatro años después, se lanzó nuevamente a las aguas del río epónimo, cubriendo el trayecto Concepción-Asunción, de más de 300 km, en 105 h, 4 min y 30 s.

El último será el primero

Fray Pedro García de Panés fue el último obispo colonial del Paraguay. Así también, fue el primer obispo del Paraguay independiente, pues estuvo al frente de la diócesis del Paraguay desde el 8 de diciembre de 1809 hasta enero de 1819, cuando el dictador Rodríguez de Francia le privó de autoridad, y nombró provisor y vicario general de la Diócesis al presbítero Antonio Céspedes.

A fray Pedro García de Panés le tocó administrar la diócesis en un periodo particularmente difícil, pues gran parte de su periodo tuvo que hacerlo durante la dictadura francista, que prácticamente desconoció su pontificado y tomó diversas medidas en desmedro de la autoridad del eclesiástico. Por ejemplo, ordenó la extinción de las órdenes religiosas, confiscando sus bienes y convirtiendo sus conventos en cuarteles, en 1824; suprimió el Cabildo catedralicio, cerró el Seminario, entre otros.

Prácticamente recluido en su “palacio episcopal”, el obispo García de Panés murió en Asunción, en 1838.

¡Volare oh oh!

Hace varias décadas, se inició en nuestro país la práctica deportiva de paracaidismo. Los practicantes de este deporte contaron en su oportunidad con el apoyo del entonces comandante de la Aeronáutica paraguaya, general Luis A. Rabetti, quien facilitó los medios necesarios e, inclusive, la pista de la unidad militar comandada por él.

Los pioneros de esta práctica deportiva en nuestro país fueron el italiano Elio Massagrande –quien inició la actividad saltando desde un avión de su propiedad en la pista que tenía el señor Roberto Vera Vierci en Areguá–, el chileno Eduardo Bonilla, y los compatriotas Rutilio Franco, Orlando Oviedo y Vicente Quiñónez, a quienes se sumaron más tarde, Gustavo Báez Viola, Francisco Granados, Adela Cruz y Marta Osorio.

El 6 de abril de 1979 se fundó la Asociación Paraguaya de Paracaidismo Deportivo, teniendo como base para sus prácticas un predio ubicado en la ciudad de Villeta. En 1986, los saltos pasaron a practicarse en la pista del club de vuelo Yvytú de San Bernardino.

surucua@abc.com.py

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