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Lugar histórico

Acosta Ñu se llama el lugar en el que tuvo lugar la célebre batalla librada el 16 de agosto de 1869, en un paraje de Barrero Guazú, antiguo nombre de la ciudad de Eusebio Ayala.

Aquella jornada bélica entre las fuerzas aliadas y la retaguardia paraguaya (integrada en su mayoría por niños sobrevivientes de la batalla de Piribebuy, cuatro días antes), al mando del general Bernardino Caballero, tuvo como escenario la propiedad de don Blas Acosta Freyre; por eso el lugar es conocido como Acosta Ñu (los campos de Acosta).

Yerno de don Blas fue el porteño Miguel Rubio y Díaz, regidor del Cabildo y capitán de una compañía militar. Su estancia, aledaña a la de su suegro, era conocida como Rubio Ñu.

Días iniciales de la caricatura en el Paraguay

La caricatura es una de las formas gráficas que la gente elige para expresar y comunicar determinados mensajes, con mayor efectividad que otros medios.

En el Paraguay, en momentos en los que todo el país vivía situaciones trágicas, durante la Guerra contra la Triple Alianza, como un remedio ante ingentes desgracias, los artistas eligieron este género para levantar la moral de los combatientes y del pueblo en armas. Así nació la historia de la caricatura paraguaya.

Alguien dijo alguna vez que, para entender el mensaje de los humoristas de otras épocas, “es necesario conocer sus motivaciones y su entorno; para ello, habrá que ir pasando revista a la situación política y social de esos periodos, lo que no siempre resultará divertido”.

En nuestro país, el humor gráfico por medio de la caricatura se originó durante la Guerra contra la Triple Alianza. La alta tasa de alfabetización, característica de la época de los López, permitió la creación de una prensa combativa utilizada como instrumento de moralización, propaganda y adoctrinamiento, además de servir como eficaz medio de información, a tal punto que llegó, según el crítico Ticio Escobar, a “constituir un arma más de lucha”.

Los paraguayos aprovecharon muy bien la prensa de la época. El periódico El Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles se convirtió en órgano de prensa combatiente ya en vísperas del conflicto. Pero como era un medio serio y conservador, conservó durante toda su existencia un tono diferente al que tendían los que aparecieron después y a propósito para la misión para la que fueron creados.

El 25 de abril de 1867 apareció el primer número de El Centinela, periódico autodefinido como “serio-jocoso”. Unos días después, el 1 de mayo de 1867, aparece otro periódico de carácter mordaz: Cabichu’i. Ambos periódicos, dice Escobar, “desarrollan un estilo popular y directo, una imagen expresiva y clara, y un típico humor paraguayo a través de ágiles artículos, comentarios y versos escritos en guaraní y castellano, y de grabados de humor ácido y picante”. El propio El Centinela se encargó de describir la forma de periodismo desarrollado por los periódicos de entonces: “El grave y veterano Semanario está con los cañones de alto calibre. El Centinela maneja la artillería volante y el Cabichu’i recorre los campamentos, y sin cesar hostiliza al enemigo con sus rifles y punzantes aguijones”.

Patiño

El 4 de abril fue fundado el pueblo de Patiño en el lugar conocido como Patiñocué. El emprendimiento fue realizado por el doctor Carlos Cálcena, quien luego transfirió sus derechos a la sociedad anónima La Colonizadora.

El pueblo constaba con 178 lotes y contaba, además de una estación del Ferrocarril Central, con otra estación en la orilla del lago Ypacaraí, en el lugar denominado Kendall, hasta donde llegaba un ramal de la vía férrea por la cual circulaba un tranvía tirado por mulas para el transporte de pasajeros que se dirigían a San Bernardino, en un vaporcito que se abordaba en el muelle de Kendall. Dicho vaporcito fue llevado hasta allí a través del río Salado, hacia 1903, por el señor Eduardo Schaerer.

Como a 300 m de la estación de ferrocarril –que antiguamente fue una de las más hermosas de todo el sistema ferroviario, lastimosamente modificada– estaba la casona propiedad de Elisa Alicia Lynch, la concubina del mariscal Francisco Solano López. Hoy nada queda de esa elegante mansión, pues fue demolida por buscadores de tesoros.

surucua@abc.com.py

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